Reflexión viernes 24 de septiembre | 25a. Semana Tiempo Ordinario – Año Impar

AMOR HASTA LA CRUZ
Reflexión viernes 24 de septiembre

Reflexión viernes 24 de septiembre de 2021
Nuestra Señora de la Merced
25a. Semana Tiempo Ordinario
Año Impar

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. Mc 10,45)
R/. Aleluya, aleluya.

El Hijo del hombre vino a servir y a dar su vida por la redención de todos. R/.

EVANGELIO

Lucas 9, 18-22
Tú eres el Mesías de Dios. – Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas

Un día en que Jesús, acompañado de sus discípulos, había ido a un lugar solitario para orar, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Ellos contestaron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que alguno de los antiguos profetas, que ha resucitado».

Él les dijo: «Y ustedes, ¿Quién dicen que soy yo?». Respondió Pedro: «El Mesías de Dios». Entonces Jesús les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie. Después les dijo: «Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día». 
R/. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

[…] el Señor pregunta a sus discípulos: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (Lc 9, 20). A esta pregunta el apóstol Pedro responde prontamente: «Tú eres el Cristo de Dios, el Mesías de Dios» (cf. ib.), superando así todas las opiniones terrenas que consideraban a Jesús como uno de los profetas. Según san Ambrosio, con esta profesión de fe, Pedro «abrazó todas las cosas juntas, porque expresó la naturaleza y el nombre» del Mesías (Exp. in Lucam VI, 93: CCL 14, 207).

Amor hasta la cruz.

Y Jesús, ante esta profesión de fe renueva a Pedro y a los demás discípulos la invitación a seguirlo por el camino arduo del amor hasta la cruz. También a nosotros, que podemos conocer al Señor mediante la fe en su Palabra y en los sacramentos, Jesús nos propone que lo sigamos cada día y también a nosotros nos recuerda que para ser sus discípulos es necesario adueñarse del poder de su cruz, vértice de nuestros bienes y corona de nuestra esperanza.

San Máximo el Confesor observa que «el signo distintivo del poder de nuestro Señor Jesucristo es la cruz, que él cargó sobre sus hombros» (Ambiguum 32PG 91, 1284 C). De hecho, «decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame» (Lc 9, 23)». Tomar la cruz significa comprometerse para vencer el pecado que obstaculiza el camino hacia Dios, aceptar diariamente la voluntad del Señor, aumentar la fe sobre todo ante los problemas, las dificultades y el sufrimiento.

La santa carmelita Edith Stein nos lo testimonió en un tiempo de persecución. En 1938 escribió lo siguiente desde el carmelo de Colonia: «Hoy comprendo … lo que quiere decir ser esposa del Señor en el signo de la cruz, aunque no se comprenderá nunca totalmente, puesto que es un misterio… Cuanto más densa es la oscuridad a nuestro alrededor, más debemos abrir el corazón a la luz que viene de lo alto». (La scelta di Dio. Lettere [1917-1942], Roma 1973, 132-133).

Tomar la cruz de cada día.

También en la época actual son muchos los cristianos en el mundo que, animados por el amor a Dios, toman cada día la cruz, tanto la de las pruebas cotidianas, como la que procura la barbarie humana, que a veces requiere la valentía del sacrificio extremo. Que el Señor nos conceda a cada uno poner siempre nuestra sólida esperanza en él, con la seguridad de que, al seguirlo llevando nuestra cruz, llegaremos con él a la luz de la Resurrección.

Encomendemos a la protección materna de la Virgen María a los nuevos sacerdotes, ordenados hoy, que se suman a las filas de cuantos el Señor ha llamado por su nombre: que sean siempre discípulos fieles, anunciadores valientes de la Palabra de Dios y administradores de sus dones de salvación. (Papa Emérito Benedicto XVI. Ángelus. Domingo 20 de junio de 2010)

Reflexión viernes 24 de septiembre de 2021

Fray Nelson Medina, O.P.
Reflexión viernes 24 de septiembre de 2021
La vida cristiana va a lo mayor y mejor.
Apliquemos el ejercicio del profeta Ageo a nuestra vida cristiana que es no quedarnos en lo que había y llenarnos sólo de culpa y arrepentimiento sino para tener ánimo y lograr algo mayor y mejor, algo que no existía.
Para la reflexión personal

Se ha dicho de formas bien diversas que hemos de trabajar para esta tierra como si fuésemos a vivir siempre en ella, a la vez que trabajamos para la eternidad como si fuéramos a morir esta misma tarde. Es más, debemos tener siempre presente que es precisamente esta tarea del momento presente la que nos lleva al Cielo. Ahora es tiempo de edificar: no nos engañemos pensando que lo haremos en un futuro próximo. Tomado de Hablar con Dios, meditación diaria.

Oración

Señor Jesús, ante tu pregunta: “¿Quién soy yo para ti?”. Concédenos que seas y permanezcas para nosotros como la base y piedra angular sobre la que se edifiquen nuestras vidas. Que sigamos aprendiendo de ti, a entregarnos generosamente al servicio de Dios Padre y de su pueblo, sin condición ni reserva alguna. Te pedimos por los que encuentran sentido en sus vidas, para que descubran, que solo en ti, se llena y enriquece de sentido sus vidas. Te damos gracias por el don de tu muerte y resurrección, que nos ha otorgado perdón y vida. Amén.


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