Reflexión al Evangelio 32º Domingo | Tiempo Ordinario – Ciclo A

LA VIGILANCIA, UNA VIRTUD ESENCIAL
Reflexión Evangelio trigésimo segundo domingo.

Domingo 8 de noviembre de 2020
Reflexión Evangelio trigésimo segundo domingo.
Tiempo Ordinario / Ciclo A

Introducción

El tema nupcial nos traslada al corazón del misterio cristiano: el Señor nos ama con un amor eterno y ha establecido con nosotros una alianza nupcial. Con la encamación vino a la tierra a elegir a la novia; ahora esperamos su retorno, cuando vuelva para introducir a la Iglesia-humanidad, su esposa, en el Reino de los Cielos. Su retorno es cierto. Sin embargo, el día y la hora de su llegada, siempre inminente, los desconocemos.

En la actitud de las diez vírgenes encontramos representados los dos modos de esperar al Señor, al Esposo, al que viene: puede ser una espera distraída, divertida, o bien una espera vigilante, preparada para salirle al encuentro aun cuando el sueño parezca tener las de ganar. Dar prioridad a una de las dos actitudes depende de la calidad del amor que hay en nosotros y nos convierte en personas tenebrosas o en lámparas encendidas, dispuestas para poder alumbrar y hacer cómoda la carrera en cuanto un grito en la noche haga presagiar la venida del Señor.

La existencia humana se puede vivir, efectivamente, como un cortejo de bodas que sale al encuentro del Señor. Por eso es esencial la virtud de la vigilancia. Vigilar es pensar en aquel que va a venir, considerar su ausencia como un vacío imposible de colmar, consumirse porque tarda su llegada, no aceptar nunca que otro u otros ocupen hasta tal punto nuestro corazón que lo separen de su deseo de él. Esta actitud interior de espera y de derretimiento ni se compra ni se vende: «Quien quisiera comprar el amor con todas las riquezas de su casa sería despreciable. (Cant 8,7); sin embargo, se puede volver contagiosa y comunicar a los otros el anhelo y el deseo.

Por eso las vírgenes prudentes, por el hecho de negarse a compartir su aceite, no pueden ser consideradas unas egoístas antipáticas. En su corazón está la alegría del esposo al que hay que recibir de manera festiva, porque el hecho de esperarle es la realidad más importante de la vida, por la que es justo sacrificar cualquier otro interés. Ellas nos advierten: no asistir a esta cita de amor priva de sentido a toda la existencia. Sería trágico oír resonar la voz: «¡No os conozco!». (G. Zevini, Lectio Divina. Verbo Divino (2008), pp. 469-475).


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Mt 24, 42. 44
R/. Aleluya, aleluya.

Estén preparados, porque no saben a qué hora va a venir el Hijo del hombre. R/.

EVANGELIO

San Mateo 25, 1-13
Ya viene el esposo, salgan a su encuentro.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:
«El Reino de los cielos es semejante a aquellas diez jóvenes, que tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco, previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio, llevaron cada una un frasco de aceite junto con su lámpara.

Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó un grito: ‘¡Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro!’. Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras: ‘Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando’. Las previsoras les contestaron: ‘No, porque no va a alcanzar para ustedes y para nosotras. Vayan mejor a donde lo venden y cómprenlo’.

Mientras aquéllas iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta, Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron: ‘Señor, señor, ábrenos’. Pero él les respondió: ‘Yo les aseguro que no las conozco’. Estén pues,
preparados, porque no saben ni el día ni la hora». 
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor

Fray Nelson Medina, O.P.
Reflexión a las Lecturas trigésimo segundo domingo.
Solo el que está profundamente decepcionado de las capacidades del ser humano se da cuenta para qué vino Cristo, para que era necesario que padeciera.
Para la reflexión personal
  • Examinemos en la presencia del Señor qué es realmente lo principal de nuestra vida en estos momentos. ¿Buscamos al Señor en todo lo que hacemos, o nos buscamos a nosotros mismos?
  • Si Cristo viniera hoy a nuestro encuentro, ¿nos encontraría vigilantes, esperándole con las manos llenas de buenas obras?
Oración

Santa María, virgen de la esperanza, danos un alma vigilante. Que llegados a los umbrales del tercer milenio, nos sintamos más hijos del crepúsculo que profetas del adviento. Centinela de la mañana, despierta en nuestros corazones la pasión por llevar al mundo, que se siente ya viejo, anuncios jóvenes.  Amén.

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