Reflexión Evangelio 21 de Enero | Semana II del Tiempo Ordinario, jueves – Año Impar

SEGUIR A CRISTO
Reflexión Evangelio 21 de Enero

Reflexión Evangelio 21 de Enero
Jueves 21 de enero de 2021
Santa Inés, virgen y mártirMemoria,
Semana II del Tiempo Ordinario, jueves – Año Impar


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. 2 Tm 1. 10)
R/. Aleluya, aleluya.

Jesucristo, nuestro Salvador, ha vencido la muerte y ha hecho resplandecer la vida por medio del Evangelio. R/.

EVANGELIO

Marcos 3, 7-12
Los espíritus inmundos gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios». Pero Jesús les prohibía que lo manifestaran.

Lectura del santo Evangelio según san Marcos

En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, seguido por una muchedumbre de galileos. Una gran multitud, procedente de Judea y Jerusalén, de Idumea y Transjordania y de la parte de Tiro y Sidón, habiendo tenido noticias de lo que Jesús hacía, se trasladó a donde él estaba.

Entonces rogó Jesús a sus discípulos que le consiguieran una barca para subir en ella, porque era tanta la multitud, que estaba a punto de aplastarlo. En efecto, Jesús había curado a muchos, de manera que todos los que padecían algún mal, se le echaban encima para tocarlo. Cuando los poseídos por espíritus inmundos lo veían, se echaban a sus pies y gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios». Pero Jesús les prohibía que lo manifestaran. 
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

El encuentro con Cristo cambia radicalmente la vida de una persona, la impulsa a la metánoia  o conversión profunda de la mente y del corazón, y establece una comunión de vida que se transforma en seguimiento.  Así, nace la figura del discípulo, que se realiza de modos diferentes. Hay quien sigue de manera aún genérica y a menudo superficial, como la muchedumbre. Algunos reciben una llamada específica por parte de Cristo y, entre ellos, una posición particular ocupan los Doce..

(…) Las condiciones para recorrer el mismo camino de Jesús son pocas pero fundamentales. […] Es necesario dejar atrás el pasado, cortar con él de modo determinante y realizar una metánoia en el sentido profundo del término: un cambio de mentalidad y de vida. El camino que propone Cristo es estrecho, exige sacrificio y la entrega total de sí.

(…) La meta última del seguimiento es la gloria. El camino consiste en la «imitación  de Cristo», que vivió en el amor y murió por amor en la cruz. El discípulo «debe, por decirlo así, entrar en Cristo con todo su ser, debe «apropiarse» y asimilar toda la realidad de la Encarnación y de la Redención para encontrarse a sí mismo» (Redemptor hominis, 10). 

Cristo debe entrar en su yo para liberarlo del egoísmo y del orgullo, como dice a este propósito san Ambrosio:  «Que Cristo entre en tu alma y Jesús habite en tus pensamientos, para cerrar todos los espacios al pecado en la tienda sagrada de la virtud» (Comentario al Salmo 118, 26). Por consiguiente, la cruz, signo de amor y de entrega total, es el emblema del discípulo llamado a configurarse con Cristo glorioso. (San Juan Pablo II, papa. Audiencia general, 6 de septiembre de 2000.)


Fray Nelson Medina, O.P.
Reflexión Evangelio 21 de Enero
El perfecto sacrificio de Cristo.
Cristo se presentó con la ofrenda de su sangre en el santuario del cielo y desde ahí media por nosotros, por esto su sacrificio es real, eficaz y permanente.
Para la reflexión personal

«Ante tanta ignorancia y tantos errores acerca de Cristo, de su Iglesia…Todo cristiano ha de participar en la tarea de formación cristiana. Ha de sentir la urgencia de evangelizar, que no es para mí motivo de gloria, sino que se me impone (1 Cor 9, 16)» (Juan Pablo II, Discurso en Granada, 15 noviembre de 1982.)

Oración

Señor Jesús, no puedo ponerme verdaderamente ante ti sino contemplándote colgado en una cruz. Tu sacrificio, el que ahora hace que te sientes a la diestra del Padre, me interpela y me inquieta. Concédeme, te ruego, comprender que también yo puedo hacer algo si me uno más profundamente a ti, a tu incesante intercesión por nosotros, con una ofrenda humilde y renovada de los pequeños inconvenientes que me molestan, de las inevitables contrariedades que encuentro en el camino. Enséñame a atesorar todo para unirme a la ofrenda plena y total que tú consumaste generosamente por todos nosotros. Amén.

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