Reflexión Evangelio 24 de Enero | III Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B

ECHAR LA REDES DEL EVANGELIO
Reflexión Evangelio 24 de Enero

Reflexión Evangelio 24 de Enero
Domingo 24 de enero de 2021
III Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. Mc 1, 15)
R/. Aleluya, aleluya.

El Reino de dios ya está cerca, dice el Señor: conviértanse y crean en el Evangelio. R/.

EVANGELIO

Marcos 1, 14-20
Arrepiéntanse y crean en el Evangelio.

Lectura del santo Evangelio según san Marcos

Después de que arrestaron a Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea para predicar el Evangelio de Dios y decía: “Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Conviértanse y crean en el Evangelio”.

Caminaba Jesús por la orilla del lago de Galilea, cuando vio a Simón y a su hermano, Andrés, echando las redes en el lago, pues eran pescadores. Jesús les dijo: “Síganme y hare de ustedes pescadores de hombres”. Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.

Un poco más adelante, vio a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que estaban en una barca, remendando sus redes. Los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre con los trabajadores, se fueron con Jesús. 
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

El Evangelio es la buena noticia de que el Padre nos ama locamente. ¿Qué hemos de hacer entonces? Dios no nos pide cosas grandes, hiperbólicas, sino, simplemente, cambiar de vida, volver a él. Convertirse no es sólo cesar de hacer el mal -como pedía Jonás a los ninivitas-, sino reconocer en nuestras dificultades al Dios cercano a nosotros, que nos ama aun cuando las cosas no vayan como nosotros quisiéramos.

Así pues, para convertirse es preciso saber apreciar nuestro tiempo como el kairós que Dios nos da, como el «tiempo oportuno» que se ofrece a nuestro presente. Todo es provisional, aunque no el sentido profundo de la realidad que la fe nos presenta. Apropiarnos de la gran oportunidad de llegar a ser hijos de Dios es saber hacerse con la ocasión propicia, es creer en el Evangelio del Reino, evitando detenemos en cosas inútiles, transitorias, sin someternos a los «esquemas» mundanos que nos aprisionan.

Jesús también viene hoy, misteriosamente, a buscarnos a nosotros, que nos encontramos con un horizonte de vida comparable al que tenían delante los primeros que fueron llamados, unos hombres encerrados en su trabajo de echar las redes y arreglarlas después. Así pues, también nosotros, como los cuatro primeros discípulos, debemos convertirnos a él, reconociendo su paso por nuestra vida y la invitación incesante que nos hace para que le sigamos.

Convertirnos en discípulos suyos supone renovar cada día nuestra opción por él, buscando dentro de nuestra historia esa voz suya que nos llama desde siempre. Así, entramos en la historia de la exaltadora promesa del «os haré pescadores de hombres», que no se agota a buen seguro en la tarea del ministerio eclesial, sino que coincide con la experiencia de todo cristiano auténtico.

He aquí, por tanto, la rebosante alegría de la pesca mesiánica, que supone arrancar a la humanidad de las aguas venenosas del mal, para llevarla al refugio seguro en la vida del Reino. Indudablemente, ninguno de nosotros puede «salvar» a otro hombre, pero todos podemos colaborar con Jesús en el trabajo de echar las redes del Evangelio, a fin de que las personas disponibles se agarren a ellas y renazcan a la vida nueva. (Lectio Divina ZEVINI-GIORDANO)


Fray Nelson Medina, O.P.
Por qué el miedo a la conversión
DOMINGO III DEL TIEMPO ORDINAIO, CICLO B
El mundo le tiene miedo a la conversión porque la ve como un atentado a la libertad, como una pretensión de superioridad y porque la religión la ve como un club de gente irracional, violenta y peligrosa.
Para la reflexión personal
  • La llegada del Reino de Dios es una buena noticia. Cada una de las palabras y frases del evangelio son una noticia gozosa. ¿Recibo así el evangelio, como Buena nueva y anuncio gozoso, o lo veo como una carga y una exigencia?
  • Cada vez que lo escucho, lo leo o medito, ¿lo veo como promesa de salvación? ¿Creo de verdad en el evangelio? ¿Me fío de lo que Cristo en él me manda, me advierte o me aconseja?
Oración

Señor Jesús, tú me llamas a la conversión, a saber aprovechar el tiempo que se me ha concedido. No me pides que huya de mis responsabilidades en el presente, sino que dirija mis opciones a lo que es conveniente para mi vida espiritual y me mantiene unido a ti sin distracciones. Señor, deseo llegar a ser verdaderamente libre, para poder recibir tu llamada y responder con prontitud y generosidad, como tus primeros discípulos. Que tu gracia lleve a cumplimiento la obra buena que has iniciado en mí. Amén.

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