Reflexión Evangelio 24 de noviembre | 34º Semana | Tiempo Ordinario – Año Par

DIOS SALVA, NO LAS IDEOLOGÍAS
Reflexión Evangelio 24 de noviembre

Reflexión Evangelio lunes 24 de noviembre de 2020
Santos Andrés Dung-Lac, presbítero y Compañeros, mártires – Memoria
Última semana / Tiempo Ordinario
Año Par

Introducción

Los santos nos muestran el camino hacia la felicidad. Nos enseñan cómo han llegado a ser personas realmente humanas. En las vicisitudes de la historia han sido los que realmente fueron reformadores, los que, a menudo, hicieron salir la historia de sus sombras oscuras en las que constantemente recae de nuevo…Sólo de los santos, de Dios, surge la auténtica revolución, el cambio decisivo del mundo.

En el curso del siglo que acabamos recientemente, hemos vivido revoluciones cuyo programa común fue el de no esperar ya nada de Dios sino tomar absolutamente el destino del mundo en las propias manos. Hemos visto que actuando así, un punto de visto parcial y humano, se proclamaba siempre como la medida absoluta de las orientaciones a seguir. Absolutizar lo que no es absoluto sino relativo se llama totalitarismo.

Esta actitud no libera al hombre, antes le quita su dignidad y le hace esclavo. No son las ideologías las que salvan al mundo sino únicamente el hecho de volver hacia el Dios vivo, nuestro creador, el garante de nuestra libertad, el garante de lo que realmente es bueno y verdadero. La auténtica revolución consiste únicamente en el hecho de volverse sin reservas a Dios quien es la medida de lo que es justo y, al mismo tiempo, es el amor eterno. ¿Qué es lo que nos puede salvar sino el amor?…

Hay muchos que hablan de Dios. En nombre de Dios se predica también el odio y se ejerce la violencia. Es, pues, importante descubrir el verdadero rostro de Dios…”El que lo ha visto, ha visto al Padre”, dijo Jesús a Felipe (cf Jn 14,9) En Jesucristo, que por nosotros se dejó atravesar el corazón, en él se ha manifestado el auténtico rostro de Dios. Lo seguiremos con la gran muchedumbre de los que nos han precedido. Así caminaremos por el sendero justo. (cf Sal 22). (Papa Emérito Benedicto XVI. Homilía de vigilia, Colonia, agosto 2005)


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Ap 2, 10
R/. Aleluya, aleluya.

Sé fiel hasta la muerte y te daré como premio la vida, dice el Señor. R/.

EVANGELIO

San Lucas 21, 5-11
No quedará piedra sobre piedra.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas


En aquel tiempo, como algunos ponderaban la solidez de la construcción del templo y la belleza de las ofrendas votivas que lo adornaban, Jesús dijo: «Días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra de todo esto que están admirando; todo será destruido».

Entonces le preguntaron: «Maestro, ¿Cuándo va a ocurrir esto y cuál será la señal de que ya está a punto de suceder?».
Él les respondió: «Cuídense de que nadie los engañe, porque muchos vendrán usurpando mi nombre y dirán: ‘Yo soy el Mesías. El tiempo ha llegado’. Pero no les hagan caso. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, que no los domine el pánico, porque eso tiene que acontecer, pero todavía no es el fin».

Luego les dijo: «Se levantará una nación contra otra y un reino contra otro. En diferentes lugares habrá grandes terremotos, epidemias y hambre, y aparecerán en el cielo señales prodigiosas y terribles». 
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Fray Nelson Medina, O.P.
Las terribles consecuencias del pecado.
Nuestros actos y pecados tienen consecuencias no en el nivel material
ni superficial sino en el nivel profundo de las consecuencias eternas.
Para la reflexión personal

¿Qué objetivos llenan mi vida?  ¿En qué gasto mis fuerzas, en lo puramente material o hay en mí exigencia para seguir buscando a Dios?

Oración

Señor Dios nuestro, nuestra fe no es una serena posesión de la verdad y de ritos religiosos que nos dan seguridad. Haz que nos percatemos de que la fe sufre pruebas y de que tú nos llamas para que seamos testigos creíbles, en nuestro tiempo y en nuestra situación, de la pasión y resurrección de tu Hijo. Danos tu Santo Espíritu para que nos guíe y para que guarde viva nuestra fe y esperanza de que Jesucristo es Señor nuestro y tú nuestro Padre Dios. Amén.

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