Reflexión miércoles 17 de noviembre | Santa Isabel de Hungría, religiosa – Memoria

EL PATRIMONIO QUE DIOS NOS CONFÍA
Reflexión miércoles 17 de noviembre

Reflexión miércoles 17 de noviembre de 2021
Santa Isabel de Hungría, religiosa
Memoria

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. Jn 15, 16)
R/. Aleluya, aleluya.

Yo los he elegido del mundo, dice el Señor, para que vayan y den fruto y su fruto permanezca. R/.

EVANGELIO

Lucas 19, 11-28
¿Por qué no pusiste mi dinero en el banco?

Lectura del santo Evangelio según san Lucas

En aquel tiempo, como ya se acercaba Jesús a Jerusalén y la gente pensaba que el Reino de Dios iba a manifestarse de un momento a otro, él les dijo esta parábola:

«Había un hombre de la nobleza que se fue a un país lejano para ser nombrado rey y volver como tal. Antes de irse, mandó llamar a diez empleados suyos, les entregó una moneda de mucho valor a cada uno y les dijo: ‘Inviertan este dinero mientras regreso’. Pero sus compatriotas lo aborrecían y enviaron detrás de él a unos delegados que dijeran: ‘No queremos que éste sea nuestro rey’. Pero fue nombrado rey, y cuando regresó a su país, mandó llamar a los empleados a quienes había entregado el dinero, para saber cuánto había ganado cada uno.

Se presentó el primero y le dijo: ‘Señor, tu moneda ha producido otras diez monedas’. Él le contestó: ‘Muy bien. Eres un buen empleado. Puesto que has sido fiel en una cosa pequeña, serás gobernador de diez ciudades’. Se presentó el segundo y le dijo: ‘Señor, tu moneda ha producido otras cinco monedas’. Y el señor le respondió: ‘Tú serás gobernador de cinco ciudades’. Se presentó el tercero y le dijo: ‘Señor, aquí está tu moneda. La he tenido guardada en un pañuelo, pues te tuve miedo, porque eres un hombre exigente, que reclama lo que no ha invertido y cosecha lo que no ha sembrado’.

El señor le contestó:

‘Eres un mal empleado. Por tu propia boca te condeno. Tú sabías que yo soy un hombre exigente, que reclamo lo que no he invertido y que cosecho lo que no he sembrado, ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco para que yo, al volver, lo hubiera recobrado con intereses?’.

Después les dijo a los presentes: ‘Quítenle a éste la moneda y dénsela al que tiene diez’. Le respondieron: ‘Señor, ya tiene diez monedas’. Él les dijo: ‘Les aseguro que a todo el que tenga se le dará con abundancia, y al que no tenga, aun lo que tiene se le quitará. En cuanto a mis enemigos, que no querían tenerme como rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia»‘. Dicho esto, Jesús prosiguió su camino hacia Jerusalén al frente de sus discípulos. 
R/. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

Es claro el significado de esto. El hombre de la parábola representa a Jesús, los siervos somos nosotros y los talentos son el patrimonio que el Señor nos confía. ¿Cuál es el patrimonio? Su Palabra, la Eucaristía, la fe en el Padre celestial, su perdón… en definitiva, muchas cosas, sus bienes más preciosos. Este es el patrimonio que Él nos confía. No sólo para custodiar, sino para fructificar. Mientras que en el uso común el término «talento» indica una destacada cualidad individual —por ejemplo el talento en la música, en el deporte, etc.—, en la parábola los talentos representan los bienes del Señor, que Él nos confía para que los hagamos fructificar.

El hoyo cavado en la tierra por el «siervo negligente y holgazán» (v. 26) indica el miedo a arriesgar que bloquea la creatividad y la fecundidad del amor. Porque el miedo a los riesgos del amor nos bloquea. Jesús no nos pide que conservemos su gracia en una caja fuerte. Jesús no nos pide esto, sino más bien quiere que la usemos en beneficio de los demás. Todos los bienes que hemos recibido son para darlos a los demás, y así crecen. Es como si nos dijera: «Aquí tienes mi misericordia, mi ternura, mi perdón: tómalos y haz amplio uso de ello».

¿Qué hemos hecho con ello?

¿A quién hemos «contagiado» con nuestra fe? ¿A cuántas personas hemos alentado con nuestra esperanza? ¿Cuánto amor hemos compartido con nuestro prójimo? Son preguntas que nos hará bien plantearnos. Cualquier ambiente, incluso el más lejano e inaccesible, puede convertirse en lugar donde fructifiquen los talentos. No existen situaciones o sitios que sean obstáculo para la presencia y el testimonio cristiano. El testimonio que Jesús nos pide no es cerrado, es abierto, depende de nosotros.

Esta parábola nos alienta a no esconder nuestra fe y nuestra pertenencia a Cristo, a no sepultar la Palabra del Evangelio, sino a hacerla circular en nuestra vida, en las relaciones, en las situaciones concretas, como fuerza que pone en crisis, que purifica y renueva. Así también el perdón que el Señor nos da especialmente en el sacramento de la Reconciliación: no lo tengamos cerrado en nosotros mismos, sino dejemos que irradie su fuerza, que haga caer los muros que levantó nuestro egoísmo, que nos haga dar el primer paso en las relaciones bloqueadas, retomar el diálogo donde ya no hay comunicación… Y así sucesivamente. Hacer que estos talentos, estos regalos, estos dones que el Señor nos dio, sean para los demás, crezcan, produzcan fruto, con nuestro testimonio.

Nos da a todos lo mismo

Además, el Señor no da a todos las mismas cosas y de la misma forma: nos conoce personalmente y nos confía lo que es justo para nosotros; pero en todos, en todos hay algo igual: la misma e inmensa confianza. Dios se fía de nosotros, Dios tiene esperanza en nosotros. Y esto es lo mismo para todos. No lo decepcionemos. No nos dejemos engañar por el miedo, sino devolvamos confianza con confianza.

La Virgen María encarna esta actitud de la forma más hermosa y más plena. Ella recibió y acogió el don más sublime, Jesús en persona, y a su vez lo ofreció a la humanidad con corazón generoso. A ella le pedimos que nos ayude a ser «siervos buenos y fieles», para participar «en el gozo de nuestro Señor» (S.S. Papa Francisco. Ángelus. Domingo 16 de noviembre de 2014)

Reflexión miércoles 17 de noviembre de 2021

Fray Nelson Medina, O.P.
Reflexión miércoles 17 de noviembre de 2021
Recuerda que no trabajamos para un perdedor.
Muchas veces la vida cristiana parece que es trabajar para un perdedor, y al ver al Crucificado tal vez se nos haga más fuerte esa idea, pero dichosos los que en fe tienen la certeza de que Aquel que parece el perdedor en realidad es el Rey de Reyes.
Para la reflexión personal

Solo en Él encuentra sentido nuestro quehacer aquí en la tierra. La Iglesia entera, y cada cristiano, es depositaria del tesoro de Cristo: crece la santidad de Dios en el mundo cuando cada uno luchamos por ser fieles a nuestros deberes, a los compromisos que, como ciudadanos, como cristianos, hemos contraído.
Tomado de Hablar con Dios, meditación diaria.

Oración

Padre Celestial, nos has hecho ricos de muchas maneras, poseemos nuestra fe, la Buena Noticia del evangelio, y, sobre todo, poseemos a tu Hijo Jesucristo, con su vida y su Espíritu, así como también a la gente que nos rodea. No quiero ser un espectador pasivo, sino tu colaborador infatigable. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad y hacer multiplicar todos los dones que me has confiado. Tengo mucho que dar, pero mucho más que ganar, si uso mis talentos para ayudar a los demás. Ayúdanos a crecer en esta fe y en este amor; enséñanos a entregarnos generosament a tu reino de bondad y esperanza para que seamos dignos de tu confianza. Amén.


Hoy Celebramos a:
Santa Isabel de Hungría
Duquesa, de la Tercera Orden Franciscana. Bratislava (Eslovaquia), 1207 – Marburgo (Alemania), 17-noviembre-1231. Hija del rey Andrés II de Hungría, tuvo hijos y enviudó joven. Fue muy cercana a los franciscanos y su vida fue austera, de caridad y de renuncia, en contraste con el fasto de la corte. Se dedicó asiduamente a la oración y a las obras de caridad, abrazó voluntariamente la pobreza, y fundó un hospital en el que servía personalmente a los enfermos.

Evangelio de ayer
DIOS RECUERDA

Por si no lo has visto
Tema #4:
Mensajes A La Iglesia Sobre El Misterio De Dios

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