Reflexión al Evangelio 26 de octubre | 30º Semana – Tiempo Ordinario – Año Par

LA LIBERTAD EN EL ESPÍRITU SANTO.
Reflexión Evangelio 26 de octubre

Reflexión Evangelio 26 de octubre de 2020
Vigésima novena semana / Tiempo Ordinario
Año Par

Introducción

Cuando se le presentaba la ocasión de «expulsar a los espíritus malos», si le acusaban de hacer esto con la ayuda del mal, Él respondía demostrando lo absurdo de tal insinuación y decía: «Pero si por el Espíritu de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el reino de Dios» (Mt 12, 28; cf. Lc 11, 20). Al liberar a los hombres del mal del pecado, Jesús desenmascara a aquél que es el «padre del pecado«. Justamente en él, en el espíritu maligno, comienza «la esclavitud del pecado» en la que se encuentran los hombres. «En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es un esclavo. Y el esclavo no se queda en casa para siempre; mientras el hijo se queda para siempre; si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres» (Jn 8, 34-36).

[…] El pecado constituye una profunda alienación, en cierto sentido «hace que se sienta extraño» el hombre en sí mismo, en su íntimo «yo». La liberación viene con la «gracia y la verdad» (cf. Jn 1, 17), traída por Cristo. (…) Pero la liberación realizada por Cristo al precio de su pasión y muerte en la cruz, tiene un significado esencialmente diverso: es la liberación de lo que en lo más profundo del hombre obstaculiza su relación con Dios. A ese nivel, el pecado significa esclavitud; y Cristo ha vencido el pecado para injertar nuevamente en el hombre la gracia de la filiación divina, la gracia liberadora. «Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre!» (Rom 8, 15).

Esta liberación espiritual, esto es, «la libertad en el Espíritu Santo», es pues el fruto de la misión salvífica de Cristo: «Donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad» (2 Cor 3, 17). En este sentido hemos «sido llamados a la libertad» (Gál 5, 13) en Cristo y por medio de Cristo. (San Juan Pablo II, papa. Catequesis, Audiencia general 8 de Marzo de 1988)

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Jn 17, 17
R/. Aleluya, aleluya.

Tu palabra, Señor, es la verdad; santifícanos en la verdad. R/.

EVANGELIO

San Lucas 13, 10-17
¿No era bueno desatar a esta hija de Abraham de esa atadura, aun en día de sábado?

Lectura del santo Evangelio según san Lucas

Un sábado, estaba Jesús enseñando en una sinagoga. Había ahí una mujer que llevaba dieciocho años enferma por causa de un espíritu malo. Estaba encorvada y no podía enderezarse. Al verla, Jesús la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad». Le impuso las manos y, al instante, la mujer se enderezó y empezó a alabar a Dios.

Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiera hecho una curación en sábado, le dijo a la gente: «Hay seis días de la semana en que se puede trabajar; vengan, pues, durante esos días a que los curen y no el sábado».

Entonces el Señor dijo: «¡Hipócritas! ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro del pesebre para llevarlo a abrevar, aunque sea sábado? Y a esta hija de Abraham, a la que Satanás tuvo atada durante dieciocho años, ¿no era bueno desatarla de esa atadura, aun en día de sábado?». Cuando Jesús dijo esto, sus enemigos quedaron en vergüenza; en cambio, la gente se alegraba de todas las maravillas que él hacía.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Fray Nelson Medina, O.P.
El verdadero descanso empieza por la liberación del poder del mal, del pecado, de la idolatría.
Cristo nos muestra nuestra unidad profunda, el ataque masivo al alma termina produciendo consecuencias en el cuerpo.
Para la reflexión personal
  • ¿Tengo una actitud misericordiosa con las carencias y defectos de los demás, buscando justificar sus malos momentos y procurando ser un apoyo incondicional para su liberación?
  • ¿Cuál es la liberación que está aconteciendo hoy y que está llevando a la multitud a alegrarse y a dar gracias a Dios? 
Oración

Padre nuestro: Venimos a ti con toda humildad mientras reconocemos nuestros fallos y ahora buscamos tu perdón. Enderézanos, Señor, levántanos, recréanos de nuevo, y cólmanos con tu amor. Haz que sepamos alzarnos unos a otros y darte gracias, Dios nuestro, vivo y misericordioso. Amén.

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