Reflexión Evangelio 3 de marzo | Segunda Semana de Cuaresma – Miércoles

EL CAMINO DEL PROFETA
Reflexión Evangelio 3 de marzo

Reflexión Evangelio 3 de marzo
Miércoles 3 de marzo de 2021
Segunda Semana de Cuaresma


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. Jn 8, 12)
R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me sigue tendrá la luz de la vida. R/.

EVANGELIO

Mateo 20, 17-28
Lo condenarán a muerte.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo

En aquel tiempo, mientras iba de camino a Jerusalén, Jesús llamó aparte a los Doce y les dijo: «Ya vamos camino de Jerusalén y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, que lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; pero al tercer día, resucitará».

Entonces se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo. junto con ellos, y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: «¿Qué deseas?». Ella respondió: «Concédeme que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, en tu Reino». Pero Jesús replicó: «No saben ustedes lo que piden. ¿Podrán beber el cáliz que yo he de beber?». Ellos contestaron: «Sí podemos». Y él les dijo: «Beberán mi cáliz; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; es para quien mi Padre lo tiene reservado».

Al oír aquello, los otros diez discípulos se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: «Ya saben que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. Que no sea así entre ustedes. El que quiera ser grande entre ustedes, que sea el que los sirva, y el que quiera ser primero, que sea su esclavo; así como el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar la vida por la redención de todos».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

Los discípulos no estaban preparados para comprenderlo. Prefieren abrigar -para el Maestro y para sí mismos- perspectivas de éxito y poder. Y Jesús les explica el sentido de su misión y del seguimiento: ha venido a «beber la copa» , término que en el lenguaje profético indica el castigo divino reservado a los pecadores. Quien desee los puestos más importantes en el Reino debe, como él, estar dispuesto a expiar el pecado del mundo. Este es el único «privilegio» que él puede conceder. 

En la Palabra que hemos escuchado aparecen dos mentalidades opuestas y que suscitan una pregunta fundamental: ¿Qué sentido tiene la vida? ¿Vale la pena vivirla? El mundo nos sugiere: adquiere fama, busca alcanzar el poder, usa tu capacidad para demostrar que eres… Por el contrario, el profeta, hombre de Dios, y Jesús, el Hijo predilecto del Padre, nos brindan el ejemplo de una existencia gastada en el servicio, por amor.

Este servicio logra su plenitud cuando se convierte en ofrenda total de la vida: el otro se convierte de este modo en algo más importante que nosotros mismos, tiene la primacía. En el fondo, se requiere una actitud de humildad, virtud que autentifica cualquier gesto de amor y lo libera de equívocos o de buscar segundas intenciones.

Éste es el camino emprendido por el profeta. Pero sólo recorriéndolo es como ha aprendido a conocer lo que realmente significa. De ahí su grito de lamentación al Señor: «¿Por qué, después de haber hecho el bien, me pagan con males?« La tentación de desconfianza se clava en lo íntimo del corazón. Sólo Jesús puede dar fuerza para hacer el bien. El bien no cae en el vacío, sino que dará fruto a su debido tiempo, un tiempo que es vida eterna, gozo sin fin para todos. (Lectio Divina. Zevini – Cabra).

Reflexión Evangelio 3 de marzo
Para la reflexión personal

Vosotros y yo, ¿estamos seriamente dispuestos a cumplir, en todo, la voluntad de nuestro Padre Dios? ¿Hemos dado al Señor nuestro corazón entero, o seguimos apegados a nosotros mismos, a nuestros intereses, a nuestra comodidad, a nuestro amor propio? ¿Hay algo que no responde a nuestra condición de cristianos, y que hace que no queramos purificarnos? Hoy se nos presenta la ocasión de rectificar» San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 15

Oración

Danos, Señor, un poco de su coraje y valor para que no seamos ni evasivos ni miedosos en la vida, sino que hablemos con energía y actuemos con firmeza cuando se nos pida entrega y servicio o cuando esté en juego tu reino. Gracias, Señor Jesús, por la humilde fortaleza de tu silencio cuando todos provocamos tu condena a muerte con nuestras indiferencias, rebeliones y pecados; por tu perdón espléndido, que brotó precisamente en el leño de tu atroz suplicio. Gracias, Señor Jesús, porque siempre estás con nosotros con tu preciosa sangre. Amén.

Hablar con Dios

¿Quién es Dios?. Tema #1. Curso de Apologética I

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