Reflexión lunes 20 de septiembre | Santos Andrés Kim Taegon, presbítero y compañeros, mártires

LA LUZ NO SE QUEDA AISLADA.
Reflexión lunes 20 de septiembre

Reflexión lunes 20 de septiembre de 2021
Santos Andrés Kim Taegon, presbítero,
Pablo Chong Hasang y compañeros, mártires 
Memoria.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Mt 5, 16
R/. Aleluya, aleluya.

Que brille la luz de ustedes ante los hombres, dice el Señor, para que viendo las obras buenas que ustedes hacen, den gloria a su Padre, que está en los cielos. R/.

EVANGELIO

Lucas 8, 16-18
La vela se pone en el candelero, para que los que entren puedan ver.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud:
«Nadie enciende una vela y la tapa con alguna vasija o la esconde debajo de la cama, sino que la pone en un candelero, para que los que entren puedan ver la luz. Porque nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público. Fíjense, pues, si están entendiendo bien, porque al que tiene se le dará más; pero al que no tiene se le quitará aun aquello que cree tener». 
R/. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

En todas las iglesias, en las catedrales y conventos, en cualquier lugar donde los fieles se reúnen para celebrar la Vigilia pascual, la más santa de todas las noches, ésta se inaugura encendiendo el cirio pascual, cuya luz se transmite después a todos los participantes. Una pequeña llama se irradia en muchas luces e ilumina la casa de Dios a oscuras. En este maravilloso rito litúrgico, […] se nos revela mediante signos más elocuentes que las palabras el misterio de nuestra fe cristiana. Él, Cristo, que dice de sí mismo: “Yo soy la luz del mundo” (Jn 8, 12), hace brillar nuestra vida, para que se cumpla lo que acabamos de escuchar en el Evangelio: “Vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5, 14). No son nuestros esfuerzos humanos o el progreso técnico de nuestro tiempo los que aportan luz al mundo.

Puede haber en nuestro entorno tiniebla y oscuridad y, sin embargo, vemos una luz: una pequeña llama, minúscula, más fuerte que la oscuridad, en apariencia poderosa e insuperable. Cristo, resucitado de entre los muertos, brilla en el mundo, y lo hace de la forma más clara, precisamente allí donde según el juicio humano todo parece sombrío y sin esperanza. […] Los ojos de los que creen en Cristo vislumbran incluso en la noche más oscura una luz, y ven ya la claridad de un nuevo día.

La luz no se queda aislada.

En todo su entorno se encienden otras luces. Bajo sus rayos se perfilan los contornos del ambiente, de forma que podemos orientarnos. No vivimos solos en el mundo. Precisamente en las cosas importantes de la vida tenemos necesidad de otros. En particular, no estamos solos en la fe, somos eslabones de la gran cadena de los creyentes. Ninguno llega a creer si no está sostenido por la fe de los otros y, por otra parte, con mi fe, contribuyo a confirmar a los demás en la suya. Nos ayudamos recíprocamente a ser ejemplos los unos para los otros, compartimos con los otros lo que es nuestro, nuestros pensamientos, nuestras acciones y nuestro afecto. Y nos ayudamos mutuamente a orientarnos, a discernir nuestro puesto en la sociedad. […]

En la historia, algunos finos observadores han señalado frecuentemente que el daño a la Iglesia no lo provocan sus adversarios, sino los cristianos mediocres. “Vosotros sois la luz del mundo”. Solamente Cristo puede decir: “Yo soy la luz del mundo”. Todos nosotros somos luz únicamente si estamos en este “vosotros”, que a partir del Señor llega a ser nuevamente luz. Y lo mismo que el Señor afirma de la sal, como signo de amonestación, que podría llegar a ser insípida, de igual modo en las palabras sobre la luz ha incluido una pequeña advertencia. En vez de poner la luz sobre el candelero, se puede meter debajo del celemín. Preguntémonos: ¿cuántas veces ocultamos la luz de Dios bajo nuestra inercia, nuestra obstinación, de manera que no puede brillar por medio de nosotros en el mundo?

La gracia santificante

En el Bautismo, el Señor enciende por decirlo así una luz en nuestra vida, una luz que el catecismo llama la gracia santificante. Quien conserva dicha luz, quien vive en la gracia, es santo. […]

Una vela puede dar luz solamente si la llama la consume. Sería inservible si su cera no alimentase el fuego. Permitid que Cristo arda en vosotros, aun cuando ello comporte a veces sacrificio y renuncia. No temáis perder algo y, por decirlo así, quedaros al final con las manos vacías. Tened la valentía de usar vuestros talentos y dones al servicio del Reino de Dios y de entregaros vosotros mismos, como la cera de la vela, para que el Señor ilumine la oscuridad a través de vosotros. (Papa Emérito Benedicto XVI. Discurso. Sábado 24 de septiembre de 2011)

Reflexión lunes 20 de septiembre de 2021

Fray Nelson Medina, O.P.
Reflexión lunes 20 de septiembre de 2021
Dios hace su plan a través de los planes humanos.
Tomemos distancia de los imperios de este mundo basados en arrogancia, codicia y crueldad y a pesar de las intrigas y codicias de los hombres Dios sigue haciendo su obra.
Para la reflexión personal

Para llevar a todos la luz de Cristo, junto a los medios sobrenaturales, hemos de practicar también las normas corrientes de la convivencia. Muchas personas estas normas se quedan en algo exterior y solo se practican porque hacen más fácil el trato social, por costumbre. Para nosotros los cristianos han de ser también fruto de la caridad, manifestaciones externas de un sincero interés por los demás. Todo esto es parte de la luz divina que hemos de llevar con nuestra vida, y del apostolado que el Señor quiere que llevemos a cabo, principalmente entre las personas que más tratamos.
Tomado de Hablar con Dios, meditación diaria.

Oración

Señor Jesús, que viniste a luminar el mundo, Señor Dios nuestro, tú quieres que nuestra fe sea como lámpara colocada en el candelero, para que la gente vea tu luz y no se tropiece en la oscuridad. Dirígenos tu palabra, danos el Espíritu vivificante de tu Hijo, su Espíritu de unidad y libertad, para que seamos para el mundo como un Cristo presente de nuevo. Que la luz de nuestro amor brille y dé testimonio de ti, mediante nuestra amabilidad, simpatía y comprensión, al respetar los derechos de cada uno y en nuestro trabajo llevando igualdad y justicia a todos. Que la luz de nuestra alegría brille en nuestras celebraciones litúrgicas y en nuestro sentido de comunidad. Amén


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