Retiro Virtual | La Montaña | día 2 | Martes Santo

Retiro Virtual, Tema #2: La Montaña

CAMINANDO CON JESÚS HACIA LA PASCUA

Gilda y Roberto Rivas, Secretarios Generales MEC 2016-2019

TEMA 2 (SIGNO LA MONTAÑA)

SUBIENDO CON JESÚS AL MONTE ALTO Y ESCUCHAR AL PADRE

Lectura: Mateo 17:1-9 (2º Domingo de Cuaresma)
«¡Este es mi Hijo, el Amado; éste es mi Elegido, escúchenlo!»

Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte alto. A la vista de ellos su aspecto cambió completamente: su cara brillaba como el sol y su ropa se volvió blanca como la luz. En seguida vieron a Moisés y Elías hablando con Jesús. Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, levantaré aquí tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» Estaba Pedro todavía hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y una voz que salía de la nube dijo: «¡Este es mi Hijo, el Amado; éste es mi Elegido, escúchenlo!» Al oír la voz, los discípulos se echaron al suelo, llenos de miedo. Pero Jesús se acercó, los tocó y les dijo: «Levántense, no tengan miedo.» Ellos levantaron los ojos, pero ya no vieron a nadie más que a Jesús.

Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: «No hablen a nadie de esta visión hasta que el Hijo del Hombre haya resucitado de entre los muertos.»

Reflexión

En la lectura del Evangelio del tema de la semana pasada, estábamos con Jesús en el desierto. Él estaba solo, despojado de toda compañía humana. En su soledad, fue probado por el demonio. En esta sesión, lo acompañamos a subir una montaña.

Él lleva a tres de sus discípulos, entre los cuales podemos identificar a Pedro, su líder, que recién había dicho que Jesús era el “Hijo del Dios vivo”. Todos los discípulos habían temblado cuando Jesús, por primera vez, les había anunciado su próximo sufrimiento y muerte, y les había dicho que el hecho de seguirlo a Él significaba que cargarían con la cruz. Los días de la Pasión se acercaban.

En la cima de la montaña, la figura de Jesús reflejaba la aparición de Dios en el brillo de su rostro y de sus ropas (Exequiel 8:2). No estaba solo. Moisés, el gran legislador, y Elías, el gran profeta, lo acompañaban. Pedro reaccionó como si ya estuvieran en el Cielo, donde, de acuerdo a la creencia popular, los santos vivían en tiendas.

Pero de inmediato una voz se escuchó, y hablaba sobre Jesús. Él era en verdad el Hijo de Dios, como Pedro había declarado; pero también era aquél cuya voz debía ser obedecida: “Escúchenlo”. Dios habló ahora, no como en el pasado a través de Moisés, sino que ahora por intermedio de Jesús, y los discípulos comprendían que su mensaje era el de la Cruz. Él era el profeta que Dios había prometido a Moisés que lo enviaría, y a quién el pueblo debería escuchar (Deuteronomio18:15).

COMPROMISO DE ACCIÓN

ORACIÓN FINAL BREVE

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