Viernes Quinta Semana de Pascua | Reflexión al Evangelio – Ciclo A, B y C

CRECER EN FRATERNIDAD
Viernes Quinta Semana de Pascua

Viernes Quinta Semana de Pascua
Reflexión al Evangelio 7 de mayo de 2021
Ciclo A, B y C


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. Jn 15, 15)
R/. Aleluya, aleluya.

A ustedes los llamo amigos, dice el Señor, porque les he dado a conocer todo lo que le he oído a mi Padre. R/.

EVANGELIO

Juan 15, 12-17
Éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros.

Lectura del santo Evangelio según san Juan

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande a sus amigos que el que da la vida por ellos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a ustedes los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que le he oído a mi Padre.

No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los ha elegido y los ha destinado para que vayan y den fruto y su fruto permanezca, de modo que el Padre les conceda cuanto le pidan en mi nombre. Esto es lo que les mando: que se amen los unos a los otros». 
R/. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

No es un amor cualquiera el que Jesús nos encomienda. Se pone a sí mismo como modelo. Y él se ha entregado por los demás, a lo largo de su vida, y lo va a hacer más plenamente muy pronto: «nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos». 

La palabra de Jesús no necesita muchas explicaciones. El fruto de la Pascua que aquí se nos propone es el amor fraterno. Un amor que ciertamente no es fácil. Como no lo fue el amor de Jesús a los suyos, por los que, después de haber entregado sus mejores energías, ofrece su vida. Es el amor concreto, sacrificado, del que se entrega: el de Cristo, el de los padres que se sacrifican por los hijos, el del amigo que ayuda al amigo aunque sea con incomodidad propia, el de tantas personas que saben buscar el bien de los demás por encima del propio, aunque sea con esfuerzo y renuncia. 

En la vida comunitaria -y todos estamos de alguna manera sumergidos en relaciones con los demás- es éste el aspecto que más nos cuesta imitar de Cristo Jesús. Saber amar como lo ha hecho él, saliendo de nosotros mismos y amando no de palabra, sino de obra, con la comprensión, con la ayuda oportuna, con la palabra amable, con la tolerancia, con la donación gratuita de nosotros mismos. 

Crecer en fraternidad

Cuando vamos a comulgar, cada vez somos invitados a preparar nuestro encuentro con el Señor con un gesto de comunión fraterna: «daos fraternalmente la paz». No podemos decir «amén» a Cristo si no estamos dispuestos a decir «amén» al hermano que tenemos cerca, con el que vivimos, aunque tenga temperamento distinto o incluso insoportable. No podemos comulgar con Cristo si no estamos dispuestos a crecer en fraternidad con los demás. 

El Cristo a quien comemos en la Eucaristía es el «Cuerpo entregado por», «la Sangre derramada por». La actitud de amor a los demás es consustancial con el sacramento que celebramos y recibimos. (José Aldazabal. Enséñame tus Caminos. El Tiempo Pascual Día tras Día. , Vol. 3, CPL, Barcelona, 1999)

Reflexión Evangelio Viernes Quinta Semana de Pascua

Fray Nelson Medina, O.P.
Viernes Quinta Semana de Pascua
Amar según Cristo.
Lo que amamos en el prójimo es que en él está la imagen de Dios, probablemente deteriorada pero ahí está y queremos ayudar a rescatarla; y a su vez anhelamos el mejor futuro para esa persona.
Para la reflexión personal

«El amigo verdadero no puede tener, para su amigo, dos caras: la amistad, si ha de ser leal y sincera, exige renuncias, rectitud, intercambio de favores, de servicios nobles y lícitos.» San Josemaría Escrivá Hablar con Dios

Oración

Hoy me siento obligado, Señor, a preguntarme hasta qué punto me tomo en serio «tu» mandamiento, ese que me distingue como discípulo tuyo, ese que te tomas tan a pecho. Ilumíname, Señor, para que, sepa aceptar con benevolencia a mis hermanos y hermanas, a no fijarme en sus errores, honrando tu mandamiento. Ayúdame a poner en lo más alto de mi escala de valores este mandamiento, que es el más antiguo y el más nuevo, que cada día deberé aplicar a nuevas situaciones, para renovarme a mí mismo, mi existencia y mi ambiente vital. Amén.

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