La Familia el plan perfecto de Dios | Tema #12 | Formación Espiritual – MEC

TEMA #12
LA FAMILIA, EL PLAN PERFECTO DE DIOS

Tema #12 La familia: El plan perfecto de Dios.
A cargo de los esposos Claudia y Miguel Angel Huezo
Encuentro #163

¿QUE NOS ENSEÑA LA IGLESIA?

Sobre este tema la iglesia nos enseña que la familia es uno de los bienes más preciosos de la Humanidad. Es un Don, porque forma parte del plan de Dios para que todas las personas puedan nacer y desarrollarse en una comunidad de amor, ser buenos hijos de Dios en este mundo y participar de la vida futura del Reino de los cielos. En las Sagradas Escrituras se narra sobre la creación del primer hombre y de la primera mujer:

Génesis 1, 27-28.
«Y creo Dios al hombre a su imagen. a imagen de Dios lo creo. Macho y hembra los creó. Los Bendijo y les mando crecer y multiplicarse para poblar la tierra»

Y para que esto fuera posible de un modo verdaderamente humano, Dios mando que el hombre y la mujer se uniera para formar la comunidad de vida y amor que es el matrimonio. Al hablar de la Familia tenemos que partir de lo básico como lo podemos en la siguiente lectura:

Génesis 2:24
«Por eso el hombre deja a su padre y madre para unirse a su mujer, y pasa ser una sola carne»

Todo nuevo matrimonio debe dar prioridad a su unión y vivir de acuerdo con los mandatos de Dios. Aunque todavía pertenecemos a la familia en la que crecimos, al casarnos pasamos a ser uno con nuestro cónyuge y formamos una nueva familia.

Tomaremos nuestras decisiones juntos delante de Dios y buscaremos su voluntad para nuestro futuro y bien común. Todo lo que se decida debe ser consensuado con nuestro cónyuge, ya que eso nos permite entablar una verdadera comunicación y fortalece la confianza en el matrimonio.

No es fácil ponerse de acuerdo en todos los temas, por ejemplo, lo económico, las responsabilidades de la casa, los hijos, pero si Dios es centro en nuestras familias, es más fácil llegar a un acuerdo. Problemas en la familia siempre habrá, pero la forma de soluciónalos es diferente; porque hoy tenemos a Jesús en nuestra vidas, nuestras decisiones deben se consensuadas, pensamos antes de actuar; esto nos hace reflexionar si estamos haciendo lo correcto o no, ayuda a consolidar el matrimonio y por ende una mejor familia en cristo Jesús.

¿Cómo esta hoy la comunicación, confianza con nuestro cónyuge?

«ES NORMAL QUE LOS ESPOSOS PELEEN, ES NORMAL. SIEMPRE SE HACE.
PERO LES ACONSEJO QUE JAMÁS TERMINEN LA JORNADA SIN HACER LA PAZ»
Papa Francisco

Deuteronomio 6, 6-7, dice el señor:
«Grábate en tu corazón los mandamientos que yo te entrego hoy, repíteselos a tus hijos, habla de ellos tanto en casa como cuando estés de viaje, cuando te acuestes y cuando te levantes»

Los padres debemos llenar nuestros corazones y mentes con la palabra de Dios, para luego enseñarles nuestros hijos. La familia que ama a Dios comparte de forma natural lo que Dios hace en su diario vivir y cómo él interviene en los problemas del día a día.

Eclesiastés 4, 12
«Si uno está solo, lo pueden atacar; pero acompañado, podrá resistir, y si el hilo es triple, no se cortará fácilmente.»

En la unión está la fuerza y esto es aún más cierto en el matrimonio. Un matrimonio unido es un gran ejemplo en este mundo que aplaude tanto el individualismo. Si ambos servimos a Dios contaremos con su ayuda en los momentos difíciles, recibiremos su sabiduría para tomar las decisiones correctas y la fuerza para superar las pruebas. No solo nos apoyaremos y animaremos, el uno al otro en los momentos de tentación o de dificultad, sino que buscaremos la dirección de Dios, perseverando hasta obtener el resultado deseado.

El matrimonio debe trabajar siempre junto por metas comunes, uniendo esfuerzos para ver cumplidos los sueños y anhelos que Dios pone en los corazones. Cada uno debe velar por el bienestar del otro, cuidarle y ayudarle, Si uno cae, el otro lo levanta, le venda la herida, le anima a seguir.

¿Como esta la comunicación, confianza con nuestros hijos?

Cuando estamos ambos en la misma sintonía del Señor, unidos como un solo equipo, podemos ir trabajando de manera consiente, con nuestros hijos, quienes son el fruto de nuestra relación. Muchas veces hemos pensado que nuestros hijos son una carga o una responsabilidad demasiado difícil de asumir. 

Los hijos son una bendición, son herencia de Dios y recompensa para nuestras vidas. Debemos amarlos y apreciarlos. Es un gran privilegio y honor que Dios nos conceda hijos, verlos crecer y criarles en el temor del Señor. ¡Apreciemos ese regalo de Dios!

Los padres somos responsables de enseñar a nuestros hijos a amar a Dios, con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas, como parte de La Familia el plan perfecto de Dios. Esto se hace mejor con el ejemplo. Si ellos ven que nuestro amor a Dios y el deseo de agradarle son la base de nuestras acciones, aprenderán a vivir una vida que glorifique a Dios.

Cuando nuestros hijos son adolescentes nos vemos en situaciones complicadas con ellos, es una edad difícil, malas amistades los arrastran a comportarse de manera que no son las más adecuadas, las redes sociales entre otras cosas. Debemos estar muy pendientes de lo que ven nuestros hijos e hijas, sus supuestos amigos del Facebook.

PARA REFLEXIONAR:
«El principio de la sabiduría es el temor del Señor» (Proverbios 1, 7).

¿Qué estamos haciendo para que crezca la Fe en nuestra familia?

CONCLUSIÓN

La Familia el plan perfecto de Dios. Está claro que Dios debe ser el centro de nuestras vidas y de nuestro hogar, trabajando día a día como matrimonio y en familia, tomando en cuenta nuestra mística de Encuentros Conyugales, LA ACCIÓN EN PAREJA, viviendo las 24 horas del día como casados, sin importar donde o con quien estemos, practicando la espiritualidad conyugal y una vivencia espiritual, dando testimonio de vida autentico, sin máscaras y buscando cada vez que sea necesario el sacramento de la reconciliación con nuestro Señor.

COMPROMISO DE ACCIÓN:

  1. Conversar más con nuestro conyugue y con nuestros hijos.
  2. Involucrar a nuestros hijos a una vida espiritual, para que ellos puedan conocer más a Dios y sentirse llamados a servir.
  3. Romper la rutina de nuestro hogar e involucrarnos más con nuestros hijos, acercarnos y mostrarle cuanto los amamos y lo importante que son para nosotros.

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