Domingo de La Sagrada Familia | Reflexión 26 de diciembre – Fiesta , Ciclo C

LA FAMILIA: UNA GRACIA DE DIOS
Domingo de La Sagrada Familia

Domingo de La Sagrada Familia
26 de diciembre de 2021
Octava de Navidad – Ciclo C

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. Hechos 16,14)
R/. Aleluya, aleluya.

Abre, Señor, nuestros corazones, para que aceptemos las palabras de tu Hijo. R/.

EVANGELIO

Lucas 2, 41-52
Los padres de Jesús lo encontraron en medio de los doctores.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén para las festividades de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, fueron a la fiesta, según la costumbre. Pasados aquellos días, se volvieron, pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran. Creyendo que iba en la caravana, hicieron un día de camino; entonces lo buscaron, y al no encontrarlo, regresaron a Jerusalén en su busca.

Al tercer día lo encontraron en el templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que lo oían se admiraban de su inteligencia y de sus respuestas.

Al verlo, sus padres se quedaron atónitos y su madre le dijo: «Hijo mío, ¿por qué te has portado así con nosotros? Tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia». Él les respondió: «¿Por qué me andaban buscando? ¿No sabían que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?».

Ellos no entendieron la respuesta que les dio. Entonces volvió con ellos a Nazaret y siguió sujeto a su autoridad. Su madre conservaba en su corazón todas aquellas cosas. Jesús iba creciendo en saber, en estatura y en el favor de Dios y de los hombres.
R/. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

En este domingo, que sigue al Nacimiento del Señor, celebramos con alegría a la Sagrada Familia de Nazaret. El contexto es el más adecuado, porque la Navidad es por excelencia la fiesta de la familia. Lo demuestran numerosas tradiciones y costumbres sociales, especialmente la de reunirse todos, precisamente en familia, para las comidas festivas y para intercambiarse felicitaciones y regalos. Y ¡cómo no notar que en estas circunstancias, el malestar y el dolor causados por ciertas heridas familiares se amplifican!

Jesús quiso nacer y crecer en una familia humana; tuvo a la Virgen María como madre; y san José le hizo de padre. Ellos lo criaron y educaron con inmenso amor. La familia de Jesús merece de verdad el título de «santa», porque su mayor anhelo era cumplir la voluntad de Dios, encarnada en la adorable presencia de Jesús.

Por una parte, es una familia como todas las demás y, en cuanto tal, es modelo de amor conyugal, de colaboración, de sacrificio, de ponerse en manos de la divina Providencia, de laboriosidad y de solidaridad; es decir, de todos los valores que la familia conserva y promueve, contribuyendo de modo primario a formar el entramado de toda sociedad.

La Familia: Una gracia de Dios

Sin embargo, al mismo tiempo, la Familia de Nazaret es única, diversa de todas las demás, por su singular vocación vinculada a la misión del Hijo de Dios. Precisamente con esta unicidad señala a toda familia, y en primer lugar a las familias cristianas, el horizonte de Dios, el primado dulce y exigente de su voluntad y la perspectiva del cielo al que estamos destinados. Por todo esto hoy damos gracias a Dios, pero también a la Virgen María y a san José, que con tanta fe y disponibilidad cooperaron al plan de salvación del Señor.

[…] La familia es ciertamente una gracia de Dios, que deja traslucir lo que él mismo es: Amor. Un amor enteramente gratuito, que sustenta la fidelidad sin límites, aun en los momentos de dificultad o abatimiento. Estas cualidades se encarnan de manera eminente en la Sagrada Familia, en la que Jesús vino al mundo y fue creciendo y llenándose de sabiduría, con los cuidados primorosos de María y la tutela fiel de san José.

Compartir todo en el amor

Queridas familias, no dejéis que el amor, la apertura a la vida y los lazos incomparables que unen vuestro hogar se desvirtúen. Pedídselo constantemente al Señor, orad juntos, para que vuestros propósitos sean iluminados por la fe y ensalzados por la gracia divina en el camino hacia la santidad.

De este modo, con el gozo de vuestro compartir todo en el amor, daréis al mundo un hermoso testimonio de lo importante que es la familia para el ser humano y la sociedad. El Papa está a vuestro lado, pidiendo especialmente al Señor por quienes en cada familia tienen mayor necesidad de salud, trabajo, consuelo y compañía. En esta oración del Ángelus, os encomiendo a todos a nuestra Madre del cielo, la Santísima Virgen María. (Papa Emérito Benedicto XVI. Ángelus. Domingo 28 de diciembre de 2008)

Reflexión Domingo de La Sagrada Familia

Fray Nelson Medina, O.P.
Reflexión Domingo de La Sagrada Familia
Toda familia es sagrada.
El plan de Dios para la familia es que exista: una comunidad de amor, un cuidado compartido para los niños, un tejido de fe, el hombre y la mujer y un círculo amplio que nos recuerda que somos parte de la gran familia humana.
Para la reflexión personal

Ante cada familia se presenta el icono de la familia de Nazaret, con su cotidianeidad hecha de cansancios y hasta de pesadillas, como cuando tuvo que sufrir la incomprensible violencia de Herodes, experiencia que se repite trágicamente todavía hoy en tantas familias de prófugos desechados e inermes. Como los magos, las familias son invitadas a contemplar al Niño y a la Madre, a postrarse y a adorarlo (cf. Mt 2,11). Como María, son exhortadas a vivir con coraje y serenidad sus desafíos familiares, tristes y entusiasmantes, y a custodiar y meditar en el corazón las maravillas de Dios (cf. Lc 2,19.51). En el tesoro del corazón de María están también todos los acontecimientos de cada una de nuestras familias, que ella conserva cuidadosamente. Por eso puede ayudarnos a interpretarlos para reconocer en la historia familiar el mensaje de Dios. (Exhortación Apostólica Amoris Laetitia No- 30)

Oración

Niño Dios, que has querido nacer en una familia humana como la nuestra con sus variados problemas y sus dificultades, con sus alegrías y sus esperanzas, te pedimos que enseñes a las familias las virtudes que brillaron en la casa de Nazaret: especialmente el trabajo doméstico, el amor recíproco, el espíritu de oración y de recogimiento. Haz que, superando concepciones estrechas y egoístas de la vida, nuestras familias permanezcan unidas para poder vivir y testimoniar el espíritu del evangelio, y den ejemplo de bondad, de solidaridad y de justicia. Haz que sean una escuela de ayuda mutua, de perdón y de reconciliación para que aquellos que no tienen esperanza crean que en Ti existe un futuro lleno de vida y de alegría. Amén.


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