Reflexión Lunes 19 de julio | 16a. Semana Tiempo Ordinario – Año Impar

EL SÍNDROME DE JONÁS
Reflexión Lunes 19 de julio

Reflexión Lunes 19 de julio de 2021
16a. Semana Tiempo Ordinario
Año Impar

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. Sal 94,8)
R/. Aleluya, aleluya.

Hagámosle caso al Señor, que nos dice: «No endurezcan su corazón». R/.

EVANGELIO

Mateo 12, 38-42
La reina del sur se levantará el día del juicio contra esta generación.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo

En aquel tiempo, le dijeron a Jesús algunos escribas y fariseos: «Maestro, queremos verte hacer una señal prodigiosa». Él les respondió: «Esta gente malvada e infiel está reclamando una señal, pero la única señal que se le dará, será la del profeta Jonás. Pues de la misma manera que Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre de la ballena, así también el Hijo del hombre estará tres días y tres noches en el seno de la tierra.

Los habitantes de Nínive se levantarán el día del juicio contra esta gente y la condenarán, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay alguien más grande que Jonás. La reina del sur se levantará el día del juicio contra esta gente y la condenará, porque ella vino de los últimos rincones de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay alguien más grande que Salomón». 
R/. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

Hay una grave enfermedad que amenaza hoy a los cristianos: el «síndrome de Jonás», aquello que hace sentirse perfectos y limpios como recién salidos de la tintorería, al contrario de aquellos a quienes juzgamos pecadores y por lo tanto condenados a arreglárselas solos, sin nuestra ayuda. Jesús en cambio recuerda que para salvarnos es necesario seguir el «signo de Jonás», o sea, la misericordia del Señor.

Jesús usa una «palabra fuerte» para dirigirse a un grupo de personas llamándolas «generación perversa». Es una palabra que casi parece un insulto: esta generación es una generación perversa. ¡Es muy fuerte! Jesús, tan bueno, tan humilde, tan manso, pero dice esta palabra. Sin embargo, Él no se refería ciertamente a la gente que le seguía; se refería más bien a los doctores de la ley, a los que buscaban ponerle a prueba, hacerle caer en una trampa. Era toda gente que le pedía signos, pruebas. Y Jesús responde que el único signo que se les dará será «el signo de Jonás».

¿Pero cuál es el signo de Jonás?

Antes de explicar este signo, os invitó a reflexionar sobre otro detalle que se deduce de la narración evangélica: «el síndrome de Jonás», lo que el profeta tenía en su corazón. Él «no quería ir a Nínive y huyó a España». Pensaba que tenía las ideas claras: «la doctrina es ésta, se debe creer esto. Si ellos son pecadores, que se las arreglen; ¡yo no tengo que ver! Este es el síndrome de Jonás». Y Jesús lo condena.

Por ejemplo, en el capítulo vigésimo tercero de san Mateo los que creen en este síndrome son llamados hipócritas. No quieren la salvación de esa pobre gente. Dios dice a Jonás: pobre gente, no distinguen la derecha de la izquierda, son ignorantes, pecadores. Pero Jonás continúa insistiendo: ¡ellos quieren justicia! Yo observo todos los mandamientos; ellos que se las arreglen.

He aquí el síndrome de Jonás, que golpea a quienes no tienen el celo por la conversión de la gente, buscan una santidad —me permito la palabra— una santidad de tintorería, o sea, toda bella, bien hecha, pero sin el celo que nos lleva a predicar al Señor. El Señor ante esta generación, enferma del síndrome de Jonás, promete el signo de Jonás.

El signo que Jesús promete

El Evangelio de san Mateo se dice: pero Jonás estuvo en la ballena tres noches y tres días… La referencia es a Jesús en el sepulcro, a su muerte y a su resurrección. Y éste es el signo que Jesús promete: contra la hipocresía, contra esta actitud de religiosidad perfecta, contra esta actitud de un grupo de fariseos.

Para aclarar más el concepto, nos podemos referir a otra parábola del Evangelio que representa bien lo que Jesús quiere decir. Es la parábola del fariseo y del publicano que oran en el templo (Lucas 14, 10-14). El fariseo está tan seguro ante el altar que dice: te doy gracias Dios porque no soy como todos estos de Nínive ni siquiera como ese que está allí. Y ese que estaba allí era el publicano, que decía sólo: Señor ten piedad de mí que soy pecador.

El signo que Jesús promete es su perdón a través de su muerte y de su resurrección. El signo que Jesús promete es su misericordia, la que ya pedía Dios desde hace tiempo: misericordia quiero, y no sacrificios. Así que el verdadero signo de Jonás es aquél que nos da la confianza de estar salvados por la sangre de Cristo. Hay muchos cristianos que piensan que están salvados sólo por lo que hacen, por sus obras. Las obras son necesarias, pero son una consecuencia, una respuesta a ese amor misericordioso que nos salva. Las obras solas, sin este amor misericordioso, no son suficientes.

El signo de Jonás nos llama

Por lo tanto el síndrome de Jonás afecta a quienes tienen confianza sólo en su justicia personal, en sus obras. Y cuando Jesús dice esta generación perversa, se refiere a todos aquellos que tienen en sí el síndrome de Jonás. Pero hay más: El síndrome de Jonás nos lleva a la hipocresía, a esa suficiencia que creemos alcanzar porque somos cristianos limpios, perfectos, porque realizamos estas obras, observamos los mandamientos, todo. Una grave enfermedad, el síndrome de Jonás. Mientras que el signo de Jonás es la misericordia de Dios en Jesucristo muerto y resucitado por nosotros, por nuestra salvación.

El signo de Jonás nos llama. Que la liturgia del día, nos ayude a comprender y a hacer una elección: «¿Queremos seguir el síndrome de Jonás o el signo de Jonás?». (S.S. Papa Francisco. Homilía en Santa Marta, Lunes 14 de octubre de 2013.)

Reflexión Lunes 19 de julio de 2021

Fray Nelson Medina, O.P.
Reflexión Lunes 19 de julio de 2021.
Ponerle condiciones a Dios.
Cuando le decimos a Dios “ahora” también estamos diciéndole “a mi manera, dentro de mis planes”; no le impongas tus condiciones al Señor porque las de Él son infinitamente mejores.
Para la reflexión personal

«Para oír la verdad de Cristo, es necesario escucharle, acercarse a Él con una disposición interna limpia, estar abiertos con sinceridad de corazón a la palabra divina. ¿verdaderamente deseo ver?, ¿estoy plenamente dispuesto a querer ver, a afirmar al menos que existe una serie de razones y de sucesos que descubren la presencia de Dios en mi vida?, ¿me dejo ayudar?»
Tomado de Hablar con Dios meditación diaria

Oración

Señor, en tiempo de angustia y desolación nosotros también exigimos a veces signos y milagros que nos cercioren de tu presencia. Perdona nuestra presunción, y danos una fe suficientemente fuerte como para reconocerte cuando trabajas sin descanso. Virgen María, ayúdanos a purificar la mirada y el corazón para poder interpretar acertadamente los acontecimientos de cada día, descubriendo a Dios en ellos. Creo, Señor, pero ayúdame a creer con más firmeza; espero, pero haz que espere con más confianza; te amo, pero haz que te ame con más fuego. Amén.


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