Presentación De Cristo A La Comunidad | Tema #2 | Curso de Apologética II – MEC

Presentación De Cristo A La Comunidad

El capítulo 1, que es la introducción del libro, en los 3 primeros versículos tiene unas palabras de presentación, luego viene el diálogo litúrgico inicial, que va desde el versículo 4 hasta el 8, que ahora estudiaremos más detenidamente. El final del capítulo 1, que va desde el versículo 10 hasta el versículo 20, es una visión de Cristo, una extraordinariamente Presentación de Cristo a la Comunidad.

Tema #2: Presentación de Cristo a la Comunidad
Natalia y Carlos Roberto Mercado – Encuentro #71, Sede Central
Secretaría de Formación de Agentes de Pastoral Familiar – MEC Sede Central

Vamos a presentar un poco la estructura general del libro del apocalipsis y luego vamos a leer en detalle el capítulo 1 para desarrollar la Presentación de Cristo a la Comunidad.

1. Estructura  del Libro.

El libro del apocalipsis consta de cuatro partes:
a) Introductoria, que comprende el capítulo 1; 
b) Penitencial, que comprende el capítulo 2 y 3, donde aparecen las llamadas 7 cartas a las iglesias.
c) Mensaje que es la mas larga del libro que va desde el capítulo 4 hasta el capítulo 22:5, y una última, 
d) Conclusiva que va desde el Capítulo 22:6 hasta el final de libro y consiste en el diálogo litúrgico final.

a) Parte Introductoria

El capítulo 1, que es la introducción del libro, en los 3 primeros versículos tiene unas palabras de presentación, luego viene el diálogo litúrgico inicial, que va desde el versículo 4 hasta el 8, que ahora estudiaremos más detenidamente. El final del capítulo 1, que va desde el versículo 10 hasta el versículo 20, es una visión de Cristo, una extraordinariamente Presentación de Cristo a la Comunidad.

En este capítulo 1, el lector saluda a la comunidad, la cual responde comprometiéndose y creyendo en aquello que el lector le ha propuesto, y a continuación el lector empieza el libro con la Presentación De Cristo A La Comunidad, como el protagonista por excelencia del apocalipsis: Jesucristo. Recordemos que el libro inicia en el capítulo 1,1 diciendo «Apocalipsis, revelación de Jesucristo». Él es el principal autor y protagonista de todo el libro.

b) Parte Penitencial

Este Cristo que aparece en el Capítulo 1, que es a quien nos vamos a acercar en la lectura, a partir del capítulo 2 y continuando en el capítulo 3, se enfrenta con la comunidad haciendo una especie de examen de conciencia de la iglesia, mediante las siete cartas a las iglesias que como Presentación De Cristo A La Comunidad se ha presentado en el capítulo 1, dirige a la iglesia haciéndole tomar conciencia de su conducta, de su situación para que la iglesia se arrepienta, se convierta.

La palabra de Cristo no es una palabra acusadora, sino una palabra que revela la verdad a la iglesia y a cada uno, pero no para condenar sino para salvar, para transformar. Ya la iglesia transformada y purificada al contacto con Cristo en los capítulos 2 y 3; a partir del capítulo 4, empieza ya a interpretar y a recibir los signos, los mensajes, las visiones que el lector le vaya proponiendo, y al final en el Capítulo 22, el libro se cierra con un diálogo litúrgico final.

Esta es en síntesis la visión general del libro. Como veremos, la parte más extensa es la que va desde el capítulo 4 cuando se abre una puerta en el cielo y la comunidad empieza a recibir mensajes de parte de Dios a través del lector, hasta el capítulo 22 cuando hay otro diálogo conclusivo.

2. Estudio del Libro.

A) Saludo a la comunidad.

En la primera parte del capítulo 1 de la Presentación De Cristo A La Comunidad, comienza presentándose el lector: «Juan a las siete iglesias de Asia» (Cfr. Ap.1, 1). 

Siete significa totalidad; por lo tanto, el lector, aunque está haciendo un saludo a unas comunidades concretas, se está dirigiendo a la totalidad de la Iglesia en todo tiempo y en todo lugar. Es decir, a nosotros también hoy aquí como iglesia, reunidos en el nombre de Jesucristo.

JARIS KAI EIRENE en griego, que significan GRACIA Y PAZ.

Son dos términos muy ricos que significan:
GRACIA = JARIS
Significa el amor benevolente que Dios tiene por el Hombre, un amor incondicional, que no tiene límites, que no viene a pagarnos nuestras buenas obras, sino que es un amor que se da al hombre de forma generosa y gratuita. Es el amor de Dios que se desborda sobre el hombre de forma inmerecida y sin límites. Esa es la gracia, es Dios mismo que se desborda sobre el hombre, eso significa Jaris en el Nuevo Testamento.

PAZ = EIRENE
Eirene, es la traducción griega del Shalom del Antiguo Testamento, que significa paz, pero que encierra una realidad riquísima. Shalom significa en la Biblia, una total reconciliación del hombre consigo mismo. Un hombre que no está dividido contra él, que vive unificado consigo mismo, que está reconciliado con sus hermanos, no está en división con ninguno; pero que toda esa paz, esa reconciliación tiene el fundamento en que ese hombre está reconciliado con su Dios. Está en paz, en amistad con Dios.

EL SHALOM ES LA SUMA DE TODOS LOS BIENES QUE DIOS LE PUEDE DAR AL HOMBRE. 

Dios le da la salvación al hombre, y esa salvación se expresa como reconciliación conmigo mismo y con los demás que conviven conmigo.

Por lo tanto, el saludo del lector, es un saludo que solo puede venir de Dios. Cuando se da el saludo gracia y paz, es un saludo que solo puede venir de Dios. Son dones exclusivos del Señor, su amor benevolente y su paz y reconciliación equivalente a la salvación. En efecto, a continuación, el lector va a repetir tres veces: «de parte de…, de parte de…, de parte de.»

Encontramos en la Presentación De Cristo A La Comunidad, tres expresiones bellísimas para hablar de Dios.

a) «De parte de aquél que es, que era y que ha de venir» (Cfr. Ap.1, 4),

un nombre que abarca toda la historia. Se está refiriendo a alguien de quién no pronuncia el nombre, pero es alguien que es, está ahora conmigo, era, ha estado conmigo en el pasado y que, en el futuro, a medida que ese futuro venga llegando, el viene llegando también a mí. Es Dios presente en la historia humana en el pasado, en el presente y en el futuro

b) «De parte de los siete Espíritus que están ante su trono» (Cfr. Ap.1, 4).

Aparece el siete una vez más, el cual siempre en el apocalipsis significa totalidad. Siete Espíritus significa la totalidad del Espíritu de Dios que está delante de su trono. El apocalipsis se imagina a Dios en el trono, y alguien que se sienta en el trono, no se sienta para descansar sino para reinar, para ejercer poder, por lo tanto, Dios está en su trono y esa soberanía, Dios la ejerce por medio de la totalidad del Espíritu. Esa presencia del pasado del presente y del futuro se realiza por medio del Espíritu que Dios envía a la tierra. Dios ejerce su poder en la historia por la fuerza del Espíritu.

c) «y de parte de Jesucristo, el Testigo fiel, el Primogénito de entre los muertos, el Príncipe de los reyes de la tierra.» (Cfr. Ap.1, 5)

Esto lo menciona con una expresión griega bellísima: Jo Martir Jo Phistos, significa el testigo fiel; pero testigo en griego se dice mártir y fiel, fidedigno se dice Phistos, de allí viene Phistis que significa fe. Es decir, aquél que es digno de fe, el testigo fidedigno, el testigo fiel. ¿Por qué Cristo es el testigo fiel? Porque él es el único que da testimonio auténtico de que Dios está presente en la historia y que ejerce su poder con el Espíritu.

Otras expresiones de Cristo:

“el Primogénito de entre los muertos”.

En el texto griego encontramos una frase fuertísima ya que dice: «el primer nacido de entre los cadáveres». No dice exactamente muerto, sino que dice Nekros, que en griego significa cadáver. Suena más duro cadáver que muerto, cadáver es toda la realidad humana, inerte, incapaz, sin vida. Cristo ha pasado por la realidad del cadáver, por eso se utiliza el texto griego Nekros con toda la fuerza que tiene la palabra. Y Cristo es el Primogénito, el primer nacido de entre los cadáveres. Es decir que no es el único, sino que habrá muchos después de Él, que también van a nacer después de la muerte.

el Príncipe de los reyes de la tierra”.

Esta expresión no significa lo que corrientemente se conoce como Príncipe: el hijo del rey. Aquí en griego, Príncipe significa el primero, el que está por encima de todos los reyes de la tierra. 

Reyes de la tierra es una expresión técnica del apocalipsis, va a aparecer muchas veces, es una expresión técnica que designa los centros de poder que en el mundo desatan fuerzas hostiles a Dios.

Son todos aquellos que tienen en su mano algún tipo de poder en el mundo y lo ejercen de forma maligna en contra del hombre y en oposición a la voluntad de Dios. Es decir, reyes de la tierra, tiene siempre en el apocalipsis una connotación negativa, peyorativa, significa aquellos que ejercen poder de forma despótica destruyendo al hombre en contra de la voluntad de Dios. Pero en cierta manera ejercen poder sobre la tierra y el Apocalipsis presenta a Jesucristo como el Príncipe entre ellos o más bien, el Señor entre aquéllos que tienen el poder en la tierra.

A pesar que hay algunos que ejercen el poder de una firma malévola, Cristo tiene más poder que ellos. Él es el verdadero Señor. El Cesar tiene un poder, pero es relativo, a Dios lo que es de Dios, Cristo es el Rey, el Príncipe entre todos esos reyes de la tierra.

Con esto el lector ha hecho una extraordinaria Presentación De Cristo A La Comunidad.

¿Qué es lo que le ha comunicado a la comunidad con este saludo?

No ha sido solamente un simple saludo, sino que le ha hecho tomar conciencia de que Dios está con ellos, Dios está con esta comunidad hoy, ha estado en el pasado y que va a estar en el futuro. Este Dios ha derramado su Espíritu sobre la comunidad ejerciendo su poder y ha manifestado en Jesucristo su palabra verdadera, en Él nos invita a resucitar, porque Él es el primero resucitado de entre los muertos. Y a esta comunidad que es perseguida, que sufre las hostilidades de los poderes mundanos y del pecado, es perseguida por muchos poderes de todo tipo, le dice  que Cristo es el Señor de todos esos poderes. 

Es un saludo, que además es una palabra de consuelo y de esperanza, una presentación de Cristo a la comunidad, que, si observamos, también es una presentación trinitaria de Dios: El Padre, el Espíritu y el Hijo Jesucristo.

Ese es el saludo con que el lector trata desde el inicio de consolar y de provocar a la comunidad para que responda. De hecho, la comunidad responde diciendo: «al que nos ama y nos ha lavado con su sangre de nuestros pecados y ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes para su Dios y Padre, a Él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.» (Cfr. Ap. 1, 6) La comunidad va a dar una respuesta de adhesión a ese Dios que le ha sido presentado.

¿Cuál es la respuesta de la comunidad?

Dice: «al que nos ama» notemos que el verbo está en presente. No dice, al que nos amó, y el texto griego es bellísimo: to agaponti gemàs, que significa una acción que se realiza ininterrumpidamente en el presente, que nunca deja de realizarse. Siempre está actuante y presente. Cuando la comunidad dice: «al que nos ama», hace una profesión de fe en el amor de Cristo.

Aquél que nos ama, pero que en el pasado ha comenzado a demostrar su amor, ¿cuándo?, cuando nos ha lavado con su sangre de nuestros pecados. Pero notemos que la comunidad no solo se siente objeto del amor de Cristo, sino que se siente comprometida con la misión de Cristo en la historia y dice:

«y, además, ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes para su Dios y Padre.»

El sacerdote en al Antiguo Testamento era aquél que unía el mundo de los hombres con Dios. Ahora la comunidad cristiana siente que ella tiene que realizar ese papel. Y termina la comunidad diciendo «a Él sea la Gloria por los Siglos de los Siglos. Amen.»

Y el lector le dice: «Mirad» es decir, pongan atención porque lo que voy a decir complementa la profesión de fe que ustedes han hecho. «Vendrá acompañado de nubes, todo ojo le verá, hasta los que le traspasaron, y por él harán duelo todas las rezas de la tierra.» (Cfr. Ap. 1, 7)

¿Qué quiere decir “acompañado de nubes”?

LA NUBE EN EL ANTIGUO TESTAMENTO ES SÍMBOLO DE LA TRASCENDENCIA, DE LA DIVINIDAD.

Entonces, esto quiere decir que vendrá en toda su gloria de Dios todopoderoso.

«Todo ojo le verá». Ahora solo le ve la comunidad cristiana que se siente amada por él y se siente comprometida con él. Pero el lector para darle impulso al grupo les dice: eso que ustedes ven, eso que ustedes creen, al final «todo ojo le verá». La comunidad se da cuenta que está creyendo en algo que al final va a ser revelado a todos los hombres.

Todo ojo le verá, «hasta los que le traspasaron», es decir, hasta aquellos que provocaron la muerte de Cristo no solamente en el calvario, sino los que, a lo largo de la historia, se han empeñado en destruir la obra de Cristo. ¡Hasta esos le verán!, y por él «harán duelo todas las razas de la tierra». La traducción griega, lo que dice no es exactamente «harán duelo» como nosotros lo entendemos, sino que el verbo griego que genera esta frase, significa darse golpes en el pecho; pero no es un llanto de duelo, sino un golpe de pecho de arrepentimiento.

Todos los hombres que le verán, incluso los que le traspasaron van a llorar su error, su ceguera, su ignorancia. Todos van a arrepentirse por haber querido destruir la obra de Cristo. La comunidad se siente estimulada con aquella intervención del lector y da una respuesta doble: «Si, Amen.» (Cfr. Ap.1, 7). 

Y el lector concluye el diálogo diciendo:

«Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios.»

El Alfa y la Omega es la primera y la última letra del alfabeto griego, como la A y la Z en en alfabeto nuestro. Si Dios es la primera y la última letra, quiere decir que él está al principio y al final de la historia. Dios es el principio y el fin, «Aquél que es, que era y que va a venir», el Pantokrator, el Todopoderoso. Jesucristo. Es el Mesías que tiene poder para transformar el mundo y para llevar esta historia a la comunión con Dios.

Este es el diálogo litúrgico inicial. Como podemos darnos cuenta, el lector siempre está provocando a la comunidad y estimulándola, y la comunidad está siempre respondiendo y comprometiéndose.

B) Presentación de Cristo a la Comunidad.

El lector o Juan, como le queramos llamar, va a hacer una presentación de Cristo a la comunidad. Esta es una de las partes más bellas del libro, porque es la presentación inicial de Cristo que va a ser la figura central del libro. Juan o el Autor se presenta como alguien que está sufriendo el martirio, ha sido expulsado de su tierra por causa de Jesús y por predicar su reino. Está en el exilio.

Este hombre encuentra una forma de entrar en comunión con el resto de sus hermanos y lo hace el día Domingo. Él se encuentra exiliado en una isla, según dice; pero el día Domingo fue movido por el Espíritu y entra en Comunión con la iglesia. Esto es importante porque nos recuerda que el día domingo, es el día que nos pone en comunión a todos los creyentes, no importando el espacio, la distancia. El domingo nos pone en comunión a todos los que creemos y celebramos a Jesucristo.

La Biblia de Jerusalén en el capítulo 1, versículo 10 dice, «Caí en éxtasis»; pero esta no es una traducción correcta, porque éxtasis da la impresión de una experiencia de tipo sobre-natural con efectos exteriores extraños. El texto griego dice en Pneuma, es decir, en el Espíritu, movido por el Espíritu tuve esta experiencia. A continuación, iremos leyendo y comentando el texto.

«Oí detrás de mí, una gran voz como de trompeta» (Cfr. Ap. 1, 10 b).

La trompeta en el Antiguo Testamento y en el apocalipsis es símbolo de la voz de Dios. Una voz que resuena con potencia, con fuerza, que decía: «Lo que veas, escríbelo.»

Recordemos que «ver» en el apocalipsis no es con los ojos, no se trata de algo que el lector o el autor vio con los ojos, sino que es el resultado de su meditación, de su camino espiritual. Lo que veas, escríbelo, es decir es algo que debe perdurar. Escríbelo en un libro y envíalo a las siete iglesias, es algo que debe perdurar para toda la iglesia de todos los tiempos y en todos los lugares.

Y pone como ejemplo algunas comunidades que no son las más importantes de aquél tiempo, pero sirven de ejemplo: Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodicea.

«Me volví a ver que voz era la que me hablaba y al volverme, vi siete candeleros de oro, y en medio de los candeleros como a un Hijo de hombre.»

El candelero en el Antiguo Testamento era un instrumento litúrgico que ardía constantemente en el templo de Jerusalén.

En el Apocalipsis el autor utiliza el candelero para referirse a la iglesia en oración, a la iglesia que está celebrando la liturgia; y de oro, el metal de oro, en el apocalipsis indica siempre pertenencia a Dios.

Todo lo que es de oro, en el apocalipsis es algo que le pertenece a Dios.

Es el metal de la divinidad, el metal de Dios. Por lo tanto, siete candeleros de oro es la iglesia en su totalidad celebrando la liturgia, reunida en el nombre de Cristo, celebrando  como iglesia de Dios, como pueblo de Dios.

Y el lector ve que en medio de esos siete candeleros de oro hay una figura como de Hijo de Hombre. El término está tomado del libro de Daniel y significa una figura humana que adquirió luego características Mesiánicas; pero es una figura humana. El autor quiere decir con esto, que en medio de la iglesia que celebra la liturgia hay una figura humana. En una de las cartas va a decir que es una figura humana que camina en medio de los candeleros de oro.

La comunidad que está escuchando la Presentación de Cristo se identifica naturalmente con esos siete candeleros de oro; porque es una comunidad que celebra la liturgia y que ora en el nombre de Cristo como pueblo de Dios.

Una figura humana en medio de la Iglesia

El lector le dice, en medio de esa iglesia hay una figura humana actuando, es Cristo en medio de la iglesia reunida en su nombre. El Apocalipsis lo dice en forma simbólica; pero esto mismo San Mateo lo dice de una forma más fácil de entender en el Cap. 18:

«cuando dos o más se reúnen en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos.»

Lo primero que el autor quiere hacer tomar conciencia al grupo es que Cristo no es alguien que está lejos, es alguien que está en medio de su iglesia. En medio de nosotros que somos su iglesia. Un hijo de Hombre en medio de los siete candeleros de oro es el símbolo básico; ahora vienen otros niveles:

«vestido de una túnica talar» (Cfr. Ap. 1, 13),

es decir, una túnica que le llega hasta los pies, propia del Sumo sacerdote. Esa figura de hombre es sacerdotal, es Cristo que como cabeza de la iglesia está ofreciendo la oración de la iglesia, pueblo de Dios, al Padre. Él es el Sumo y único Sacerdote que está elevando la oración al Padre. «Ceñido al talle con un ceñidor de oro» (Cfr. Ap.1, 13), un cinturón de oro en el talle.

Esto no lo tenía el Sumo Sacerdote Judío, esto lo agrega Juan. El oro ya dijimos que es el metal de Dios, entonces este Sumo Sacerdote es Dios . Tiene en sí mismo la plenitud de la Divinidad. Cristo es Dios.

«Su cabeza y sus cabellos eran blancos, como la lana blanca, como la nieve» (Cfr. Ap.1, 14).

El blanco en el apocalipsis no es signo de pureza, ni de paz como entre nosotros; sino que en el apocalipsis el blanco siempre significa resurrección.

Está resucitado, cabellos, cabeza blanca. Está resucitado, es el Señor resucitado. El Señor que es Sacerdote y a la vez Hombre- Dios. «Sus ojos como llama de fuego.» (Cfr. Ap. 1, 14). Ya explicamos el símbolo del ojo, es el Espíritu.

Este Cristo presente en la oración litúrgica de la iglesia es el Cristo que posee el Espíritu como llamas de fuego, el fuego que transforma, el fuego que como en Pentecostés está presente cuando la Comunidad se reúne. «Sus pies parecían de metal precioso acrisolado en el horno» (Cfr. Ap.1, 15). Es decir, tiene unos pies de un metal sólido que indica estabilidad. Es algo que no puede cambiar, sólido, estable.

«Su voz como voz de grandes aguas» (Cfr. Ap. 1, 15). Esta es una frase bíblica del Antiguo Testamento, es decir, tiene la voz de Dios. 

“Tenía en su mano derecha siete estrellas”.

Estrella, en el apocalipsis, es símbolo de una realidad trascendente, que tiene algo de trascendente, es sobre-humano; pero que pertenece a nuestro mundo.

Para el hebreo, la estrella era algo que estaba colocada en el cielo que era la bóveda en la que habitaba Yahveh; pero que estaba del lado nuestro. Entonces la estrella era algo que pertenecía al mundo de Dios, al mundo trascendente; pero, pertenecía también al mundo nuestro.

Aquí, la estrella es símbolo de la Iglesia, que está en la mano derecha de Cristo. Este Cristo tiene en su mano derecha a la iglesia, la sostiene con la mano del poder. Esto nos recuerda lo que dice el evangelio, «las puertas del infierno no prevalecerán contra ella» (Cfr. Mt. 16, 18). Cristo tiene en su mano derecha a la iglesia y la protege.

«Y de su boca salía una espada aguda de dos filos» (Cfr. Ap. 1, 16).

Es la palabra de Cristo cuando la comunidad está reunida,

Cristo dirige una palabra que es una espada. La carta a los hebreos habla de la palabra de Dios como una espada que corta, que es incisiva, es la palabra de Cristo cuando la iglesia está reunida. Y finalmente, «su rostro, como el sol cuando brilla con toda su fuerza.» (Cfr. Ap. 1, 16), como en la transfiguración. Es una presentación a la comunidad de Cristo majestuoso, que revela toda su divinidad, toda su trascendencia.

AHORA JUNTEMOS TODOS LOS NIVELES:

-ES EL CRISTO PRESENTE EN MEDIO DE LA IGLESIA REUNIDA EN ORACIÓN

-SACERDOTE. DIOS QUE CON SU ESPÍRITU ESTÁ ACTUANDO ALLÍ, EN MEDIO DE LA COMUNIDAD.

– EL SEÑOR RESUCITADO QUE MUESTRA TODA SU GLORIA. SU ROSTRO BRILLA COMO EL SOL CON TODA SU FUERZA. ES DIOS. 

Ante esta presentación, dice el autor,

«cuando lo vi, caí a sus pies como muerto» (Cfr. Ap. 1, 17).

Ante el misterio tremendo de Dios, ante su gloria, el hombre no tiene otra actitud que postrarse y adorar.

El hombre frente a Dios, se siente pequeño, se siente pecador, como Isaías que dice: «He visto al Señor de los Ejércitos y soy un hombre de labios impuros» o como dijo Pedro cuando ocurrió la pesca milagrosa: «Apártate de mí Señor que soy un pecador».

Es esa dimensión de Gloria y de majestad que tiene Dios, ante la cual el hombre cae como muerto a sus pies. Pero Cristo no solo tiene esa dimensión de gloria, de santidad de majestad, sino que también es cercano, es compañero de camino, como diría Santa Teresa, es amigo verdadero, nunca falta, está al lado del hombre. Por eso, dice a continuación:

«Él puso su mano derecha sobre mí diciendo: No tengas miedo» (Cfr. Ap. 1, 17).

Esta es la otra dimensión de Dios. Ese Dios glorioso que quiere que el hombre viva, el Dios que quita el miedo, el Dios que se acerca al hombre, lo levanta y le dice «No temas, Yo soy, el Primero y el Ultimo, el que vive;» (Cfr. Ap. 1, 17-18). El que vive quiere decir también el que da la vida. Por lo tanto, el hombre frente a Dios no está como muerto, Dios lo levanta, el que vive.

«Estuve muerto, pero ahora estoy vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la Muerte y del Hades.» (Ap. 1:18), del lugar de los muertos.

«Escribe, pues, lo que has visto: lo que ya es y lo que va a suceder más tarde».

La explicación del misterio de las siete estrellas que has visto en mi mano derecha y de los siete candeleros de oro es ésta: Las siete estrellas son los Ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros son las siete iglesias. Observemos la técnica que utiliza el autor, cuando el símbolo no es muy claro, él nos ayuda explicándolo.

Con esta visión inaugural, el lector ha puesto a la comunidad en contacto con Cristo, y le ha hecho tomar conciencia de que Cristo está presente en medio de ella.

Este Cristo del Capítulo 1 del apocalipsis, a partir del Capítulo 2 del mismo libro, va a comenzar a purificar a la iglesia, y a partir del Capítulo 4 cuando la iglesia ya haya sido purificada, le empieza a dirigir su palabra. Pero primero era importante que la iglesia tuviera contacto con ese Cristo Señor de la gloria, pero presente en la iglesia.

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