Reflexión martes 14 de septiembre | 24a. Semana Tiempo Ordinario – Año Impar

COMO UNA MAMÁ QUE NOS AMA
Reflexión martes 14 de septiembre

Reflexión martes 14 de septiembre de 2021
24a. Semana Tiempo Ordinario
Año Impar

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. Lc 7, 16)
R/. Aleluya, aleluya.

Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo. R/.

EVANGELIO

Lucas 7, 11-17
Joven, yo te lo mando: Levántate.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas

En aquel tiempo, se dirigía Jesús a una población llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de mucha gente. Al llegar a la entrada de la población, se encontró con que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de una viuda, a la que acompañaba una gran muchedumbre.

Cuando el Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo: «No llores». Acercándose al ataúd, lo tocó, y los que lo llevaban se detuvieron. Entonces Jesús dijo: «Joven, yo te lo mando: Levántate». Inmediatamente el que había muerto se levantó y comenzó a hablar. Jesús se lo entregó a su madre.

Al ver esto, todos se llenaron de temor y comenzaron a glorificar a Dios, diciendo: «Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo». La noticia de este hecho se divulgó por toda Judea y por las regiones circunvecinas. 
R/. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

Como una mamá que nos ama, nos defiende, nos da la fuerza para ir adelante en la lucha contra el mal. […] Definió el sentimiento de Cristo como «la capacidad de padecer con nosotros, de estar cerca de nuestros sufrimientos y hacerlos suyos».

El pensamiento del obispo de Roma se dirigió a otras figuras de viudas de las que se habla en la Biblia. Hacia ellas el Señor muestra un particular «cuidado, un especial amor», hasta el punto de que terminan por constituir «una imagen de la Iglesia, porque —explicó— también la Iglesia es en cierto sentido viuda: su esposo se ha ido y ella camina en la historia esperando reencontrarle, encontrarse con Él. Entonces ella será la esposa definitiva». Pero —advirtió— «entretanto la Iglesia está sola», y el Señor no es para ella visible: así que «tiene una cierta dimensión de viudedad».

La primera consecuencia de esta viudedad es que la Iglesia se hace «valiente», a semejanza de una madre «que defiende a los hijos», […] De la valentía se deriva un segundo elemento: la fuerza, como testimonian otras viudas descritas en las Escrituras: entre ellas Noemí, bisabuela de David, «que no tenía miedo de permanecer sola», o la viuda macabea con siete hijos, «que por no renegar de Dios, por no renegar de la ley de Dios, fueron martirizados por el tirano».

[…] Y dado que el Papa ve a «nuestra madre Iglesia en esta viuda que llora», hay que preguntarse qué dice el Señor a esta madre para consolarla. La respuesta está en las palabras mismas de Jesús, citadas por Lucas: «¡No llores!». Palabras que parecen decir: no llores porque «yo estoy contigo, te acompaño, te espero allí, en las bodas, las últimas bodas, las del cordero»; deja de llorar, «este hijo tuyo que estaba muerto ahora vive».

Levántate

Y a éste último, tercera figura presente en la escena evangélica, el Señor se dirige, intimándole: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!». Para el Pontífice son las mismas palabras que el Señor dirige a los hombres en el sacramento de la reconciliación, «cuando nosotros estamos muertos por el pecado y vamos a pedirle perdón».

El relato de Lucas concluye con la descripción del joven muerto, que se levanta y empieza a hablar, y de Jesús que se lo entrega a su madre. Precisamente como hace con nosotros —observó el Papa— «cuando nos perdona, cuando nos devuelve la vida», porque «nuestra reconciliación no acaba en el diálogo» con el sacerdote que nos da el perdón, sino que se completa «cuando él nos restituye a nuestra madre».

En efecto, «no hay camino de vida, no hay perdón, no hay reconciliación fuera de la madre Iglesia», tanto que es necesario siempre «pedir al Señor la gracia de confiar en esta mamá que nos defiende, nos enseña, nos hace crecer». (S.S. Papa Francisco. Homilía en Santa Marta. Martes 17 de septiembre de 2013.)

Reflexión martes 14 de septiembre de 2021

Fray Nelson Medina, O.P.
Reflexión martes 14 de septiembre de 2021
El amor afectivo y el amor efectivo.
El amor de Cristo es afectivo y efectivo
Para la reflexión personal

Jesús nos invita a cada uno para quitarnos el pesado fardo del pecado. Ejerce su misericordia sanando y aliviándonos del lastre más pesado, principalmente en la Confesión sacramental, uno de los misterios más gozosos de la misericordia divina. Examinemos hoy nosotros cómo apreciamos este sacramento que Cristo instituyó con tanto amor para dar la Vida si se hubiera muerto por el pecado mortal y para fortalecernos si estuviéramos débiles o enfermos por las faltas y pecados veniales.
Tomado de Hablar con Dios, meditación diaria.

Oración

Señor Dios, que como una mamá que nos ama, nos defiende, nos da la fuerza para ir adelante en la lucha contra el mal, ordenas todas las cosas conforme a tu admirable designio, recibe con bondad las oraciones que te dirigimos por nuestra patria, a fin de que, por la sabiduría de sus gobernantes y la honestidad de los ciudadanos, se consoliden la concordia y la justicia y así sea posible construir, con paz, un progreso perdurable. Tu que consolaste a la madre viuda con la resurrección de su hijo, antes incluso de que tuviera fe y la voz para pedirtelo, concédenos comprender y comunicar a todos que tu Palabra, si es asimilada en nuestra vida, nos libera de todo mal, nos hace capaces de dominar toda la fuerza del Divisor, el diablo. Amén.


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