Reflexión Sábado 7 de agosto | 18a. Semana Tiempo Ordinario – Año Impar

MOVER MONTAÑAS, NO IR A ELLAS.
Reflexión Sábado 7 de agosto

Reflexión Sábado 7 de agosto de 2021
18a. Semana Tiempo Ordinario
Año Impar

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. 2 Tm 1,10)
R/. Aleluya, aleluya.

Jesucristo, nuestro Salvador, ha vencido la muerte y ha hecho resplandecer la vida por medio del Evangelio. R/.

EVANGELIO

Mateo 17, 14-20
Si ustedes tienen fe, nada les será imposible.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo

En aquel tiempo, al llegar Jesús a donde estaba la multitud, se le acercó un hombre, que se puso de rodillas y le dijo: «Señor, ten compasión de mi hijo. Le dan ataques terribles. Unas veces se cae en la lumbre y otras muchas, en el agua. Se lo traje a tus discípulos, pero no han podido curarlo».

Entonces Jesús exclamó: «¿Hasta cuándo estaré con esta gente incrédula y perversa? ¿Hasta cuándo tendré que aguantarla? Tráigame aquí al muchacho». Jesús ordenó al demonio que saliera del muchacho, y desde ese momento éste quedó sano.

Después, al quedarse solos con Jesús, los discípulos le preguntaron: «¿Por qué nosotros no pudimos echar fuera a ese demonio?». Les respondió Jesús: «Porque les falta fe. Pues yo les aseguro que si ustedes tuvieran fe al menos del tamaño de una semilla de mostaza, podrían decirle a ese monte: ‘Trasládate de aquí para allá’, y el monte se trasladaría. Entonces nada sería imposible para ustedes». 
R/. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

En el mundo del alma hay macizos inminentes, que quitan espacio al amor y acaban sofocándolo. No hay otra solución que arrancarlos y echarlos más allá: una operación increíble, aunque toda verdadera vida interior esta repleta de estos milagros. Y puesto que no hay trabajo más urgente, en el mundo del alma, que el de mover las montañas, la Fe, que lo permite, es un genero de primera necesidad. Y es un genero perecedero: se consume cada día y cada día hay que pedirla. 

Cada uno de nosotros sabe lo terrible que es encontrarse, en el interior de nuestro propio espíritu, frente a estos peñascos sin hendiduras que obstaculizan cualquier camino. Frente a ellos surge, fortísima, la tentación de detenernos. Por eso, Jesús nos dice que basta un poco de Fe en el bien para que se realice lo imposible y se allane el camino. 

También el camino de la Iglesia encuentra estos obstáculos insuperables. Ante las montañas que cierran el camino del pueblo de Dios hay quien propone medirlas con gran cuidado: altura, anchura, profundidad, volumen. Ocupación admirable, larga y complicada, tras la cual las montañas siguen en su sitio y el pueblo de Dios continúa sin saber a donde ir. Hay quien propone excavarlas y trasladar los escombros con carretillas. Ahora bien, excavar las montañas es un trabajo largo y provoca fácilmente el desaliento. Jesús indica un medio absolutamente heterogéneo: la Fe. 

Mover montañas, no ir a ellas.

Existe, por ejemplo, la convicción de que solo la violencia puede conducir a los hombres a la salvación. Si no se traslada esta montaña, hay que renunciar a creer en el poder del amor. Otro enorme macizo es la persuasión de que todas las relaciones humanas están determinadas por factores económicos, con una concatenación tan implacable que no deja ningún espacio a la justicia, ni a la misericordia, ni a la fraternidad ni, en general, a cualquier otro valor que no sea configurable económicamente. Si no conseguimos remover estas montañas, el hombre este! perdido. 

Al ver Mahoma que no conseguía remover la montaña, fue el a ella. He aquí una diferencia fundamental entre Mahoma y Jesús. Según el evangelio, son precisamente las montañas las que deben desplazarse; no se debe ir a ellas. Puede ser que, de una manera inconsciente, nos hagamos discípulos del profeta del islam.

Al no tener demasiada confianza en la carga revolucionaria de la fe, acabamos por convencernos de que necesitamos ir a los macizos. Alguno llega a abrazarlos incluso con tanto entusiasmo que se queda el mismo fosilizado. Con todo, mientras alguien crea verdaderamente, no hay nada que temer. Su grano de mostaza hará volar cadenas enteras de montes. (G. Biffi, Meditazioni sulla vita ecclesiale, Piemme, Casale M. 1993, 17-19). 

Reflexión Sábado 7 de agosto de 2021

Fray Nelson Medina, O.P.
Reflexión Sábado 7 de agosto de 2021
El sentido de nuestra existencia.
El verdadero propósito de nuestra existencia y el principio rector como sociedad está en amar radicalmente a Dios y en reconocerlo como el único Señor de nuestras vidas.
Para la reflexión personal

Haced, realizad en vuestra vida la palabra de Dios y no os limitéis a escucharla, nos exhorta el Apóstol Santiago. No basta con asentir a la doctrina, sino que es necesario vivir esas verdades, practicarlas, llevarlas a cabo. La fe debe generar una vida de fe, que es manifestación de la amistad con Jesucristo. Hemos de ir a Dios con la vida, con las obras, con las penas y las alegrías… ¡con todo!
Tomado de Hablar con Dios, meditación diaria.

Oración

Señor, nosotros también profesamos con fe firme que eres nuestro Dios, solo Tú. Y queremos amarte con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con toda nuestra fuerza. Concédenos tener la fe sencilla de tu pueblo Israel, que pueda ser un Shemá vivo, a fin de poder proclamarla a todos, con la pasión de los profetas y los santos.  Que nuestra fe, tan minúscula como ese granito de mostaza, sea capaz de «trasladar montañas», de quitar las barreras que parecían insuperables, de acercar a nuestros amigos a tu camino. Regálanos la gracia de ser almas de oración y sacramentos. Amén.


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