Reflexión Viernes 13 de agosto | 19a. Semana Tiempo Ordinario – Año Impar

AMAR PARA SIEMPRE. ¿CÓMO ES POSIBLE?
Reflexión Viernes 13 de agosto

Reflexión Viernes 13 de agosto de 2021
19a. Semana Tiempo Ordinario
Año Impar

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. 1 Ts 2,13)
R/. Aleluya, aleluya.

Reciban la palabra de Dios, no como palabra humana, sino como palabra divina, tal como es en realidad. R/.

EVANGELIO

Mateo 19, 3-12
Por la dureza de su corazón, Moisés les permitió divorciarse de sus esposas; pero al principio no fue así.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y, para ponerle una trampa, le preguntaron: «¿Le está permitido al hombre divorciarse de su esposa por cualquier motivo?».

Jesús les respondió: «¿No han leído que el Creador, desde un principio los hizo hombre y mujer, y dijo: ‘Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, para unirse a su mujer, y serán los dos una sola carne’? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Así pues, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».

Pero ellos replicaron: «Entonces ¿por qué ordenó Moisés que el esposo le diera a la mujer un acta de separación, cuando se divorcia de ella?».

Jesús les contestó: «Por la dureza de su corazón, Moisés les permitió divorciarse de sus esposas; pero al principio no fue así. Y yo les declaro que quienquiera que se divorcie de su esposa, salvo el caso de que vivan en unión ilegítima, y se case con otra, comete adulterio; y el que se case con la divorciada, también comete adulterio».

Entonces le dijeron sus discípulos: «Si ésa es la situación del hombre con respecto a su mujer, no conviene casarse». Pero Jesús les dijo: «No todos comprenden esta enseñanza, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido. Pues hay hombres que, desde su nacimiento, son incapaces para el matrimonio; otros han sido mutilados por los hombres, y hay otros que han renunciado al matrimonio por el Reino de los cielos. Que lo comprenda aquel que pueda comprenderlo». 
R/. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

Está claro. El hombre y la mujer que se han comprometido en el amor no lo han hecho solos. En el mismo momento se comprometieron en Dios, porque quien se compromete en el amor se compromete en Dios. Porque Dios es amor. Y eso no puede ser sencillo para nadie, aunque, de hecho, nada es más sencillo.

Cuando se ha empezado a conocer a Dios, cuando se ha encontrado un poco de su amor, ya no es posible amar por juego o amar sólo por un tiempo y, después, vivir para ver. Quien ha empezado a amar, ama para siempre y a pesar de todo, a pesar de cualquier fallo que pueda cometer el ser amado, tal como Dios nos ama para siempre, sean cuales sean nuestros fallos. 

Amar para siempre. ¿Cómo es posible? ¿No prueba la experiencia lo contrario? Son muchas las parejas que se rompen en los primeros años. Y aun cuando subsista una fidelidad inviolada, ¿puede decirse que el amor verdadero sobrevive para siempre? Tanto para el hombre como para la mujer sería imposible si, al entrar en el amor, no hubieran entrado en Dios. Al entrar en el amor como creyentes, se entra en la vida y en el juego de Dios. Y Dios mismo se convierte en el garante del amor que nos ofrece cada día como regalo, un amor humano en el que su amor está presente como en filigrana. No depende de nosotros salvar nuestro amor. Es Dios quien lo salva y sale garante del mismo. 

¿De qué modo salva nuestro amor?

Iniciándonos poco a poco en las costumbres de su amor. Ahora bien, es propio de su amor ser entrega y perdón. Dios no lleva cuentas de nuestras caídas. Allí donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia (Rom 5,20). No lleva cuentas de nuestros fallos. No se venga nunca de nuestros golpes bajos, sino que ama siempre más, es decir, perdona… Perdonar significa ser cada vez más fuertes en el amor. Significa también permitir al amor aumentar y hacerse más profundo.

Los enamorados que todavía no han tenido nada que perdonarse no se conocen verdaderamente. Están vencidos todavía recíprocamente por una imagen ideal que el uno proyecta sobre el otro: imagen que se relaciona más con las propias necesidades inconscientes que con la realidad del otro. Ahora bien, no podemos amar al otro más que en su realidad. Ser capaz de perdonar significa salir de nosotros mismos, reconocer al otro también con sus defectos, en lo que más nos asemeja, porque también nosotros somos frágiles. 

Cimentarse en Dios

Cimentarse en el amor significa siempre cimentarse en Dios. Esto es verdad por lo que se refiere al matrimonio, pero también es verdad referido a todo amor, en particular para aquellos que han renunciado al matrimonio para vivir en el celibato por el Evangelio. También ellos, aunque de otra forma, se cimientan, se arriesgan, en un amor no menos difícil. No puede haber menos amor en sus vidas, porque Dios no está menos en ellos. Cuanto más esté Dios en una vida, más amor habrá (A. Louf, Solo l’amore basterá, Piemme, Casale M. 1987, 174-176). Tomado de G. Zevini, Lectio Divina  (Mateo): El perdón y el deudor despiadado.

Reflexión Viernes 13 de agosto de 2021

Fray Nelson Medina, O.P.
Reflexión Viernes 13 de agosto de 2021.
Limitaciones graves de la Ley de Moisés.
Jesús va más allá de la Ley de Moisés: no solo la eleva en términos de justicia, en favor de la mujer, sino que anuncia un estándar tan alto (por ejemplo, con la indisolubilidad del matrimonio) que nos hace entender que es su gracia, y sólo su gracia, la que puede sostenernos.
Para la reflexión personal

«Por la fe y la enseñanza de la Iglesia, los cristianos tenemos un conocimiento más hondo y perfecto de lo que es el matrimonio, de la importancia que tiene la familia para cada hombre, para la Iglesia y para la sociedad. De aquí nuestra responsabilidad en estos momentos en los que los ataques a esta institución humana y divina no cesan en ningún frente.»
Tomado de Hablar con Dios, meditación diaria.

Oración

Dios de la Alianza, siempre fiel, te damos gracias por el don precioso del matrimonio y la virginidad, por las familias y las personas consagradas. Tú nos has dejado el amor a nuestro cuidado, no como un producto acabado sino como una tarea para toda la vida. Ayúdanos a vivir la vocación del matrimonio, como una alianza o compromiso de por vida entre dos personas, donde la unica condición existente, sea entregarse mutuamente y de modo absoluto. Derrama tu gracia sobre nosotros para ser fieles a tu designio de amor que es santo y fecundo. Que tu amor marque nuestro amor con inquebrantable fidelidad y generosidad para que pueda capear todas las tempestades y siga creciendo en  profundidad hasta que lo corones con tu eterna alegría. Amén.


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