Sábado Tercera Semana de Pascua | Reflexión al Evangelio – Ciclo A, B y C

VIVIFICADOS POR EL ESPÍRITU
Sábado Tercera Semana de Pascua

Sábado Tercera Semana de Pascua
Reflexión al Evangelio 24 de abril de 2021
Ciclo A, B y C


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. Jn 6, 63. 68)
R/. Aleluya, aleluya.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. Tú tienes palabras de vida eterna. R/

EVANGELIO

Juan 6, 60-69
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.

Lectura del santo Evangelio según san Juan

En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús dijeron al oír sus palabras: «Este modo de hablar es intolerable, ¿Quién puede admitir eso?». Dándose cuenta Jesús de que sus discípulos murmuraban, les dijo: «¿Esto los escandaliza? ¿Qué sería si vieran al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es quien da la vida; la carne para nada aprovecha.

Las palabras que les he dicho son espíritu y vida, y a pesar de esto, algunos de ustedes no creen». (En efecto, Jesús sabía desde el principio quienes no creían y quién lo habría de traicionar). Después añadió: «Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede».

Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron para atrás y ya no querían andar con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: «¿También ustedes quieren dejarme?». Simón Pedro le respondió: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios». 
R/.Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

Tras la extensa revelación de Jesús sobre el pan de vida en la sinagoga de Cafarnaún, sus discípulos le comunican su malestar por las afirmaciones «irracionales» de su Maestro, unas afirmaciones que resultan difíciles de aceptar desde el punto de vista humano. Frente al escándalo y la murmuración de los discípulos, Jesús precisa que no se debe creer en él sólo después de la visión de una subida de él al cielo, como que Elías y Henoc, porque eso significaría la no aceptación de su origen divino. Es algo que no tendría sentido, dado que él, el «Preexistente», viene precisamente del cielo (cf. Jn 3,13-15).

La incredulidad de los discípulos con respecto a Jesús, sin embargo, se pone de manifiesto por el hecho de que «el Espíritu es quien da la vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida» (v. 63). Juan afirma que tan real como la carne de Jesús es la verdad eucarística.

Ambas son un don con el mismo efecto: dar la vida al hombre. Con todo, muchos discípulos no quisieron creer y no dieron un paso adelante hacia una confianza en el Espíritu, con lo que no consiguieron liberarse de la esclavitud de la carne.

Vivificados por el Espíritu

A Jesús no le coge por sorpresa esta actitud de abandono por parte de los que le siguen. Conoce a cada hombre y sus opciones secretas. Adherirse a su persona y a su mensaje en la fe es un don que nadie puede darse a sí mismo. Sólo el Padre lo da. El hombre, que tiene en sus manos su propio destino, es siempre libre de rechazar el don de Dios y la comunión de vida con Jesús.

Sólo quien ha nacido y ha sido vivificado por el Espíritu, y no obra según la carne, comprende la revelación de Jesús y es introducido en la vida de Dios. A través de la fe es como el discípulo debe acoger al Espíritu y al mismo Jesús, pan eucarístico, sacramento que comunica el Espíritu y transforma la carne. (Lectio Divina. Zevini-Cabra)


Fray Nelson Medina, O.P.
Sábado Tercera Semana de Pascua
Que no se nos olvide predicar el cielo.
La Eucaristía alimenta nuestra fe y nos lleva junto con Jesús a la plenitud.
Para la reflexión personal

«Buscad a Jesús esforzándoos en conseguir una fe personal profunda que informe y oriente toda vuestra vida; pero sobre todo que sea vuestro compromiso y vuestro programa amar a Jesús, con un amor sincero, auténtico y personal. Él debe ser vuestro amigo y vuestro apoyo en el camino de la vida. Solo Él tiene palabras de vida eterna» Juan Pablo IIDiscurso, 30-I-1979. Hablar con Dios

Oración

Te confieso, Señor, que me gustaría ver, al menos alguna vez, un buen milagro. Perdona mi debilidad que sueña con algún milagro, aunque sea muy pequeño, y refuerza mi convicción de que lo que tú quieres es la transformación de mi vida, el paso del temor al amor, del apego al desprendimiento. Dame tu Espíritu para que me sea posible y apetecible, amable y tranquilizador, un programa tan comprometido como éste. Auxílianos en las múltiples opciones que tenemos que tomar cada día, danos el valor de optar siempre por tu forma de vida y de permanecer siempre cercanos e íntimos a ti Amén.


Recuerda seguir nuestro curso de Apologética I: Comer Su Carne Y Beber Su Sangre: Tema #11

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