Segundo Martes de Adviento | San Ambrosio, obispo y doctor de la Iglesia – Memoria

DIOS NO DESCARTA A NADIE
Segundo Martes de Adviento

Reflexión 7 de diciembre de 2021
Segundo Martes de Adviento
San Ambrosio, obispo y doctor de la Iglesia
Memoria

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
R/. Aleluya, aleluya.

Ya está cerca el día del Señor. Ya viene el Señor a salvarnos. R/.

EVANGELIO

Mateo 18, 12-14
Dios no quiere que se pierda uno de los pequeños

Lectura del santo Evangelio según san Mateo

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿acaso no deja las noventa y nueve en los montes, y se va a buscar a la que se le perdió? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se le perdieron. De igual modo, el Padre celestial no quiere que se pierda uno solo de estos pequeños». 
R/. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

[…] El Señor no puede resignarse ante el hecho de que incluso una sola persona pueda perderse. El modo de obrar de Dios es el de quien va en busca de los hijos perdidos para luego hacer fiesta y alegrarse con todos por haberlos encontrado. Se trata de un deseo incontenible: ni siquiera noventa y nueve ovejas pueden detener al pastor y tenerlo encerrado en el redil. 

[…] Estamos todos avisados: la misericordia hacia los pecadores es el estilo con el cual obra Dios y a esa misericordia Él es muy fiel: nada ni nadie podrá apartarlo de su voluntad de salvación. Dios no conoce nuestra cultura actual del descarte, en Dios esto no tiene lugar. Dios no descarta a ninguna persona; Dios ama a todos, busca a todos: ¡uno por uno! Él no conoce la expresión «descartar a la gente», porque es todo amor y misericordia.

El rebaño del Señor está siempre en camino: no se posesiona del Señor, no puede ilusionarse con aprisionarlo en nuestros esquemas y en nuestras estrategias. Al pastor se lo encontrará allí donde está la oveja perdida. Así, pues, al Señor hay que buscarlo allí donde Él quiere encontrarnos, no donde nosotros pretendemos encontrarlo.

Seguir la senda trazada

De ninguna otra forma se podrá reconstituir el rebaño si no es siguiendo la senda trazada por la misericordia del pastor. Mientras busca a la oveja perdida, él provoca a las noventa y nueve para que participen en la reunificación del rebaño. Entonces no sólo la oveja que lleva sobre los hombros, sino todo el rebaño seguirá al pastor hasta su casa para hacer fiesta con «amigos y vecinos».

Deberíamos reflexionar con frecuencia sobre esta parábola, porque en la comunidad cristiana siempre hay alguien que falta y se ha marchado dejando un sitio vacío. A veces esto es desalentador y nos lleva a creer que se trate de una pérdida inevitable, una enfermedad sin remedio. Es entonces que corremos el peligro de encerrarnos dentro de un redil, donde no habrá olor de oveja, sino olor a encierro.

¿Y los cristianos?

No debemos ser cerrados, porque tendremos el olor de las cosas cerradas. ¡Nunca! Hay que salir y no cerrarse en sí mismo, en las pequeñas comunidades, en la parroquia, considerándose «los justos». Esto sucede cuando falta el impulso misionero que nos lleva al encuentro de los demás. En la visión de Jesús no hay ovejas definitivamente perdidas, sino sólo ovejas que hay que volver a encontrar.

Esto debemos entenderlo bien: para Dios nadie está definitivamente perdido. ¡Nunca! Hasta el último momento, Dios nos busca. Pensad en el buen ladrón; pero sólo en la visión de Jesús nadie está definitivamente perdido. La perspectiva, por lo tanto, es totalmente dinámica, abierta, estimulante y creativa. Nos impulsa a salir en búsqueda para emprender un camino de fraternidad.

Ninguna distancia puede mantener alejado al pastor; y ningún rebaño puede renunciar a un hermano. Encontrar a quien se ha perdido es la alegría del pastor y de Dios, pero es también la alegría de todo el rebaño. Todos nosotros somos ovejas encontradas y convocadas por la misericordia del Señor, llamados a recoger junto a Él a todo el rebaño. (S.S. Papa Francisco, Audiencia General. Miércoles 4 de mayo de 2016)

Reflexión Segundo Martes de Adviento

Fray Nelson Medina, O.P.
Reflexión Segundo Martes de Adviento
El tierno abrazo de Dios.
Es tiempo de recuperar la conciencia del daño que sufren muchas personas, hoy es el día para pedirle a Dios que ellos tengan la experiencia de su tierno abrazo.
Para la reflexión personal

El mejor modo de disponer nuestra alma al Señor que llega es preparar muy bien la Confesión. La necesidad de este sacramento, fuente de gracia y de misericordia a lo largo de toda nuestra vida, se pone especialmente de manifiesto en este tiempo en el que la liturgia de la Iglesia nos impulsa y nos anima a esperar la Navidad.
Tomado de Hablar con Dios, meditación diaria.

Oración

Gracias, Padre mío, por darme a tu Hijo Jesucristo como pastor y guía de mi vida. No quiero tener otro ideal que alcanzar la santidad para gozar plenamente de Ti por toda la eternidad. Confío en tu misericordia, y en el auxilio de la gracia de tu Espíritu Santo, para purificarme y renovarme en el amor. Salir a anunciar el Evangelio es una gran responsabilidad como cristianos. Debemos pedir al Señor la gracia de la generosidad, el valor y la paciencia para salir al encuentro del hermano perdido. Amén.


Hoy Celebramos a:
San Ambrosio de Milán
Obispo y doctor de la Iglesia. San Ambrosio fue un destacado arzobispo y un importante teólogo y orador. Es uno de los Padres de la Iglesia y uno de los 33 doctores de la Iglesia Católica. Es el símbolo de la Iglesia que renace después de los duros años de persecuciones. Su conocimiento de política y su autoridad de jurista, hicieron de él un consejero para los emperadores.

Evangelio de ayer
¿QUÉ ES LO QUE NOS PARALIZA?

Por si no lo has visto
Una Hora de Alabanzas para el MEC – Juan Soriano – testimonio

Un comentario en «Segundo Martes de Adviento | San Ambrosio, obispo y doctor de la Iglesia – Memoria»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.