Tercer Jueves de Adviento | Reflexión Evangelio 16 de diciembre – Ciclo A, B y C

LA VERDAD NO ADMITE COMPONENDAS
Tercer Jueves de Adviento

Tercer Jueves de Adviento
Reflexión Evangelio 16 de diciembre de2021
Ciclo A, B y C

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. Lc 3, 4. 6)
R/. Aleluya, aleluya.

Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos, y todos los hombres verán la salvación de Dios. R/.

EVANGELIO

Lucas 7, 24-30
Juan es el mensajero que prepara el camino del Señor.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas

Cuando se fueron los mensajeros de Juan, Jesús comenzó a hablar de él a la gente, diciendo: «¿Qué salieron a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿O qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido con telas preciosas? Los que visten fastuosamente y viven entre placeres, están en los palacios. Entonces, ¿qué salieron a ver? ¿Un profeta?

Sí, y yo les aseguro que es más que profeta. Es aquel de quien está escrito: Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Yo les digo que no hay nadie más grande que Juan entre todos los que han nacido de una mujer. Y con todo, el más pequeño en el Reino de Dios es mayor que él».

Todo el pueblo que lo escuchó, incluso los publicanos, aceptaron el designio de justicia de Dios, haciéndose bautizar por el bautismo de Juan. Pero los fariseos y los escribas no aceptaron ese bautismo y frustraron, en su propio daño, el plan de Dios. 
R/. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

[…] Juan Bautista comienza su predicación bajo el emperador Tiberio, en los años 27-28 d.C., y a la gente que se reúne para escucharlo la invita abiertamente a preparar el camino para acoger al Señor, a enderezar los caminos desviados de la propia vida a través de una conversión radical del corazón (cf. Lc 3, 4).

Pero el Bautista no se limita a predicar la penitencia, la conversión, sino que, reconociendo a Jesús como «el Cordero de Dios» que vino a quitar el pecado del mundo (Jn 1, 29), tiene la profunda humildad de mostrar en Jesús al verdadero Enviado de Dios, poniéndose a un lado para que Cristo pueda crecer, ser escuchado y seguido. Como último acto, el Bautista testimonia con la sangre su fidelidad a los mandamientos de Dios, sin ceder o retroceder, cumpliendo su misión hasta las últimas consecuencias.

Vemos esta gran figura, esta fuerza en la pasión, en la resistencia contra los poderosos. Preguntamos: ¿de dónde nace esta vida, esta interioridad tan fuerte, tan recta, tan coherente, entregada de modo tan total por Dios y para preparar el camino a Jesús? La respuesta es sencilla: de la relación con Dios, de la oración, que es el hilo conductor de toda su existencia.

[…] Pero Juan Bautista no es sólo hombre de oración, de contacto permanente con Dios, sino también una guía en esta relación. El evangelista san Lucas, al referir la oración que Jesús enseña a los discípulos, el «Padrenuestro», señala que los discípulos formulan la petición con estas palabras: «Señor enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos» (cf. Lc 11, 1).

La verdad no admite componendas

[…] Juan Bautista nos recuerda también a nosotros, cristianos de nuestro tiempo, que el amor a Cristo, a su Palabra, a la Verdad, no admite componendas. La Verdad es Verdad, no hay componendas. La vida cristiana exige, por decirlo así, el «martirio» de la fidelidad cotidiana al Evangelio, es decir, la valentía de dejar que Cristo crezca en nosotros, que sea Cristo quien oriente nuestro pensamiento y nuestras acciones.

Pero esto sólo puede tener lugar en nuestra vida si es sólida la relación con Dios. La oración no es tiempo perdido, no es robar espacio a las actividades, incluso a las actividades apostólicas, sino que es exactamente lo contrario: sólo si somos capaces de tener una vida de oración fiel, constante, confiada, será Dios mismo quien nos dará la capacidad y la fuerza para vivir de un modo feliz y sereno, para superar las dificultades y dar testimonio de él con valentía.

Que san Juan Bautista interceda por nosotros, a fin de que sepamos conservar siempre el primado de Dios en nuestra vida. (Papa Emérito Benedicto XVI. Audiencia General. Miércoles 29 de agosto de 2012)

Reflexión Tercer Jueves de Adviento

Fray Nelson Medina, O.P.
Reflexión Tercer Jueves de Adviento
Relación entre Dios y su pueblo.
Dios es tan bueno y poderoso que si no conoces su amor Él te llevará a conocerlo y si lo conociste y lo perdiste Él es capaz de restaurarlo.
Para la reflexión personal

Es necesario estar vigilantes contra los enemigos de Dios, pero también contra la complicidad que ofrecen nuestras malas inclinaciones. Nuestra vigilancia ha de estar en las cosas pequeñas de cada día. La oración diaria, el examen de conciencia, las pequeñas mortificaciones… nos mantienen en vela. Tomado de Hablar con Dios, meditación diaria.

Oración

Señor, gracias por paciente y gradualmente revelarme tu identidad, por mostrarme el camino que me puede llevar a tu Reino si acepto y cumplo con tu voluntad. Concédeme, vivir lo que el Bautista nos enseña: a ver con los ojos de la fe la salvación de Dios en una humilde gruta de Belén. Dios mío, Tú eres el primero en querer darme lo que necesito para recibir tu amor y tu gracia. Quiero que cuando vengas a mi corazón en la próxima Navidad, lo encuentres preparado, transformado; para ello me esforzaré por adquirir las virtudes humanas que más necesito para ser un auténtico discípulo y misionero de tu amor. Amén


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