Vigésimo Cuarto Domingo Tiempo Ordinario | Reflexión Evangelio 12 de septiembre – Ciclo B

JESÚS NUESTRO MODELO Y NUESTRO DIOS
Vigésimo Cuarto Domingo

Vigésimo Cuarto Domingo
Reflexión Evangelio 12 de septiembre de 2021
Tiempo Ordinario – Ciclo B

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Gál 6, 14
R/. Aleluya, aleluya.

No permita Dios que yo me gloríe en algo que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo. R/.

EVANGELIO

Marcos 8, 27-35
Dijo Pedro: «Tú eres el Mesías». -Es necesario que el Hijo del hombre padezca mucho.

Lectura del santo Evangelio según san Marcos

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a los poblados de Cesarea de Filipo. Por el camino les hizo esta pregunta: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Ellos le contestaron: «Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que alguno de los profetas».

Entonces él les preguntó:
«Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?».
Pedro le respondió: «Tú eres el Mesías».
Y él les ordenó que no se lo dijeran a nadie.

Luego se puso a explicarles que era necesario que el Hijo del hombre padeciera mucho, que fuera rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que fuera entregado a la muerte y resucitara al tercer día. Todo esto lo dijo con entera claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y trataba de disuadirlo. Jesús se volvió, y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro con estas palabras: «¡Apártate de mí, Satanás! Porque tú no juzgas según Dios, sino según los hombres».

Después llamó a la multitud y a sus discípulos, y les dijo: «El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará». 
R/. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

San Francisco de Sales quiere también responder a la pregunta que hace Cristo a los discípulos, y que hace a cada uno de nosotros: «¿Quién soy yo?»

-Él es Nuestro Salvador y Redentor:

Ése es su nombre, pues Jesús quiere decir Salvador. Él nos ha rescatado con su Pasión y muerte. Se ha hecho compañero de nuestra miseria para luego hacernos compañeros de su gloria. Te ruego, Teótimo, que te fijes con cuánto ardor desea Dios que seamos suyos. La Redención ha sido tan copiosa y abundante que nadie ya puede dudar de la misericordia divina

-Nuestro Médico:

El excelente Médico de todas nuestras enfermedades. Venid a Mí, nos dice, y seréis curados. Y para el divino Médico es como un honor que le busquen los enfermos, sobre todo si sus enfermedades son incurables.

-Nuestro Maestro:

Es el que el Padre ha enviado para enseñarnos lo que tenemos que hacer y desde entonces, debemos ajustar nuestra voluntad a la suya, quedándonos a la espera y en sencilla disposición de recibir todo con amor, sin otro deseo ni pretensión que darle gusto.

-Nuestro Amigo:

Aprended de Él lo que tenéis que hacer y no hagáis nada sin su consejo, porque Él es el Amigo fiel que os conducirá y dirigirá y tendrá cuidado de vosotros, como de todo corazón se lo suplico.

-Nuestro Guía:

Nos lleva de la mano; estrechádsela fuerte y caminad gozosos. Si os entra miedo, no temáis: vais con Jesús. Él os ayudará y cuando no podáis seguir, Él os llevará en sus brazos. Dios quiera que no nos fijemos mucho en las condiciones del camino sino que tengamos los ojos fijos en Aquel que nos conduce. Y por fin, nuestro Modelo en todo, y nuestro Dios por los siglos de los siglos. (San Francisco de Sales)

Reflexión Vigésimo Cuarto Domingo

Fray Nelson Medina, O.P.
Reflexión Vigésimo Cuarto Domingo, Ciclo B
En Jesús se juntan el mensajero y el mensaje.
Si queremos entender el Evangelio hemos de saber primero que Dios se ha hecho hombre y que llegó al extremo de morir por amor a nosotros
Para la reflexión personal

«El cristiano sigue al Señor cuando acepta con amor la propia cruz, que a los ojos del mundo parece un fracaso y una «pérdida de la vida» (cf. ib. 25-26), sabiendo que no la lleva solo, sino con Jesús, compartiendo su mismo camino de entrega.»
(Papa Emérito Benedicto XVI. Ángelus. Domingo 28 de agosto de 2011)

Oración

Señor, quiero ir contigo y «perder» mi vida por amor a Ti. No me atrae la cruz, pero creo que Tú eres mi Dios, mi Salvador, mi Amigo y fiel compañero. Quiero que seas todo para mí. Moldea mi corazón al tuyo para que pueda valorar y experimentar todos los acontecimientos desde tu perspectiva. Ayúdame a amarte sobre todas las cosas para estar listo para seguirte en los momentos de dificultad; cuando se necesite un sacrificio personal o renuncia, sosténme para poder seguir tu camino. Amén.


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