Viernes después de Epifanía | Reflexión Evangelio 7 de Enero – Navidad

EPIFANÍA DE SU AUTORIDAD MESIÁNICA
Viernes después de Epifanía

Reflexión Evangelio 7 de Enero de 2022
Viernes después de Epifanía
Tiempo de Navidad


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. Mt 4, 23)
R/. Aleluya, aleluya.

Jesús predicaba la buena nueva del Reino y curaba a la gente de toda enfermedad. R/.

EVANGELIO

Lucas 5, 12-16
Al momento desapareció la lepra.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas

En aquel tiempo, estando Jesús en un poblado, llegó un leproso, y al ver a Jesús, se postró rostro en tierra, diciendo: «Señor, si quieres, puedes curarme».

Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero. Queda limpio». Y al momento desapareció la lepra. Entonces Jesús le ordenó que no lo dijera a nadie y añadió: «Ve, preséntate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que Moisés prescribió. Eso les servirá de testimonio».

Y su fama se extendía más y más. Las muchedumbres acudían a oído y a ser curados de sus enfermedades. Pero Jesús se retiraba a lugares solitarios para orar. 
R/. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

[…] Para llegar a Jesús (el leproso) no teme quebrantar la ley y entra en la ciudad —algo que no debía hacer, le estaba prohibido—, y al encontrarlo «se echó rostro en tierra, y le rogó diciendo: “Señor, si quieres, puedes limpiarme”» (v. 12). Todo aquello que hace y dice este hombre considerado impuro es la expresión de su fe.

Reconoce el poder de Jesús

Reconoce el poder de Jesús: está seguro de que tiene el poder de curarlo y que todo depende de su voluntad. Esta fe es la fuerza que le permitió romper con las normas y buscar el encuentro con Jesús; y, postrándose ante Él, lo llama «Señor». La súplica del leproso muestra que cuando nos presentamos a Jesús no es necesario hacer largos discursos. Son suficiente pocas palabras, siempre que vayan acompañadas por la plena confianza en su omnipotencia y en su bondad. Confiar en la voluntad de Dios significa, en efecto, situarnos ante su infinita misericordia.

También yo os haré una confesión personal. Por la noche, antes de ir a la cama, rezo esta breve oración: «Señor, si quieres, puedes limpiarme». Y rezo cinco «Padrenuestro», uno por cada llaga de Jesús, porque Jesús nos ha purificado con las llagas. Y si esto lo hago yo, lo podéis hacer también vosotros, en vuestra casa, y decir: «Señor, si quieres, puedes limpiarme» y pensar en las llagas de Jesús y decir un «Padrenuestro» por cada una de ellas. Jesús nos escucha siempre.

[…] Jesús nos enseña a no tener miedo de tocar al pobre y al excluido, porque Él está en ellos. Tocar al pobre puede purificarnos de la hipocresía e inquietarnos por su condición. Tocar a los excluidos. Hoy me acompañan aquí estos jóvenes. Muchos piensan que hubiese sido mejor permanecer en su tierra, pero allí sufrían mucho. Son nuestros refugiados, pero muchos los consideran excluidos. Por favor, ¡son nuestros hermanos! El cristiano no excluye a nadie, hace espacio a todos.

Epifanía de su autoridad mesiánica

Después de curar al leproso, Jesús le manda que no hable de ello con nadie, pero le dice: «Vete, muéstrate al sacerdote y haz la ofrenda por tu purificación como prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio» (v. 14). Esta disposición de Jesús muestra al menos tres cosas. La primera: la gracia que obra en nosotros no busca el sensacionalismo. A menudo se mueve con discreción y sin clamor.

Para curar nuestras heridas y guiarnos por la senda de la santidad ella trabaja modelando pacientemente nuestro corazón según el Corazón del Señor, de tal modo que asimilemos cada vez más sus pensamientos y sentimientos. La segunda: haciendo verificar oficialmente por los sacerdotes la curación realizada y celebrando un sacrificio expiatorio, el leproso es readmitido en la comunidad de los creyentes y en la vida social.

Su reintegro completa la curación. Como él mismo lo había suplicado, ahora está completamente purificado. Por último, presentándose a los sacerdotes el leproso testimonia ante ellos acerca de Jesús y su autoridad mesiánica. La fuerza de la compasión con la cual Jesús curó al leproso condujo la fe de este hombre a abrirse a la misión. Era un excluido, ahora es uno de nosotros. (S.S. Papa Francisco. Audiencia General. Miércoles 22 de junio de 2016)

Reflexión Viernes después de Epifanía

Fray Nelson Medina, O.P.
Reflexión Viernes después de Epifanía
Cómo vencer al mundo.
El mundo es el quiere imponerte valores, que pretende que todos pensemos, hablemos, deseemos y consumamos lo mismo; y quien hace la diferencia es quien se ha encontrado con Cristo, quien cree que Él es único Dios eterno, que nació y murió para salvarnos.
Para la reflexión personal

«En aquel contacto entre la mano de Jesús y el leproso queda derribada toda barrera entre Dios y la impureza humana, entre lo sagrado y su opuesto, no para negar el mal y su fuerza negativa, sino para demostrar que el amor de Dios es más fuerte que cualquier mal, incluso más que el más contagioso y horrible.» (Papa Emérito Benedicto XVI. Ángelus. Domingo 12 de febrero de 2012)

Oración

Padre santo, sabemos que tú eres da fuente de todo don perfecto, el que toma la iniciativa en el amor, el que envía al Hijo y al Espíritu. Nuestro tiempo parece desorientado y confuso, parece que no conoce ya los confines entre el bien y el mal, y aparentemente. Padre, tú puedes curarnos de nuestras miserias, como hiciste con el leproso del evangelio. Te rogamos, conduce a todos tus hijos a redescubrir el don de la oración, aviva en nosotros el don del Espíritu Santo y colócanos dócilmente en su escuela para aprender la sabiduría que viene en el diálogo con él y que es la fuerza que sostiene nuestra vida de creyentes. Amén.


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