Jueves después de Epifanía | Reflexión Evangelio 6 de Enero – Navidad

EL «CARPE DIEM» CRISTIANO
Jueves después de Epifanía

Reflexión Evangelio 6 de Enero de 2022
Jueves después de Epifanía
Tiempo de Navidad


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. Lc 4, 18)
R/. Aleluya, aleluya.

El Señor me ha enviado para llevar a los pobres la buena nueva y anunciar la liberación a los cautivos. R/.

EVANGELIO

Lucas 4, 14-22
Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas

En aquel tiempo, con la fuerza del Espíritu, Jesús volvió a Galilea. Iba enseñando en las sinagogas; todos lo alababan y su fama se extendió por toda la región. Fue también a Nazaret, donde se había criado. Entró en la sinagoga, como era su costumbre hacerlo los sábados, y se levantó para hacer la lectura.

Se le dio el volumen del profeta Isaías, lo desenrolló y encontró el pasaje en que estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor.

Enrolló el volumen, lo devolvió al encargado y se sentó. Los ojos de todos los asistentes a la sinagoga estaban fijos en él. Entonces comenzó a hablar, diciendo: «Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír». Todos le daban su aprobación y admiraban la sabiduría de las palabras que salían de sus labios.
R/. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

La liturgia de hoy nos presenta, juntos, dos pasajes distintos del Evangelio de Lucas. El primero (1, 1-4) es el prólogo, dirigido a un tal «Teófilo»; dado que este nombre en griego significa «amigo de Dios», podemos ver en él a cada creyente que se abre a Dios y quiere conocer el Evangelio. El segundo pasaje (4, 14-21) nos presenta en cambio a Jesús, que «con la fuerza del Espíritu» entra el sábado en la sinagoga de Nazaret.

Como buen observante, el Señor no se sustrae al ritmo litúrgico semanal y se une a la asamblea de sus paisanos en la oración y en la escucha de las Escrituras. El rito prevé la lectura de un texto de la Torah o de los Profetas, seguida de un comentario. Aquel día Jesús se puso en pie para hacer la lectura y encontró un pasaje del profeta Isaías que empieza así: «El Espíritu del Señor está sobre mí, / porque el Señor me ha ungido. / Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres» (61, 1-2).

Comenta Orígenes: «No es casualidad que Él abriera el rollo y encontrara el capítulo de la lectura que profetiza sobre Él, sino que también esto fue obra de la providencia de Dios» (Homilías sobre el Evangelio de Lucas, 32, 3). De hecho, Jesús, terminada la lectura, en un silencio lleno de atención, dijo: «Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír» (Lc 4, 21). San Cirilo de Alejandría afirma que el «hoy», situado entre la primera y la última venida de Cristo, está ligado a la capacidad del creyente de escuchar y enmendarse (cf. pg 69, 1241).

Pero en un sentido aún más radical, es Jesús mismo «el hoy» de la salvación en la historia, porque lleva a cumplimiento la plenitud de la redención. El término «hoy», muy querido para san Lucas (cf. 19, 9; 23, 43), nos remite al título cristológico preferido por el mismo evangelista, esto es, «salvador» (sōtēr). Ya en los relatos de la infancia, éste es presentado en las palabras del ángel a los pastores: «Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor» (Lc 2, 11).

Queridos amigos, este pasaje «hoy» nos interpela también a nosotros. Ante todo nos hace pensar en nuestro modo de vivir el domingo: día de descanso y de la familia, pero antes aún día para dedicar al Señor, participando en la Eucaristía, en la que nos alimentamos del Cuerpo y Sangre de Cristo y de su Palabra de vida. En segundo lugar, en nuestro tiempo dispersivo y distraído, este Evangelio nos invita a interrogarnos sobre nuestra capacidad de escucha.

Antes de poder hablar de Dios y con Dios, es necesario escucharle, y la liturgia de la Iglesia es la «escuela» de esta escucha del Señor que nos habla. Finalmente, nos dice que cada momento puede convertirse en un «hoy» propicio para nuestra conversión. Cada día (kathēmeran) puede convertirse en el hoy salvífico, porque la salvación es historia que continúa para la Iglesia y para cada discípulo de Cristo. Este es el sentido cristiano del «carpe diem»: aprovecha el hoy en el que Dios te llama para darte la salvación.

Que la Virgen María sea siempre nuestro modelo y nuestra guía para saber reconocer y acoger, cada día de nuestra vida, la presencia de Dios, Salvador nuestro y de toda la humanidad. (Papa Emérito Benedicto XVI. Ángelus. Domingo 27 de enero de 2013)

Reflexión Jueves después de Epifanía

Fray Nelson Medina, O.P.
Reflexión Jueves después de Epifanía
Qué significa amar genuinamente.
El amor a Dios se conoce por el amor al prójimo y el amor al prójimo se conoce por el amor a Dios que se manifiesta en la guarda de los mandamientos de Dios.
Para la reflexión personal

Jueves después de Epifanía

«¿Dónde está el Rey?. Y nosotros, que, como los Magos, nos hemos puesto en camino muchas veces en busca de Cristo, al preguntarnos dónde está, nos damos cuenta de que «no puede estar en la soberbia que nos separa de Dios, no puede estar en la falta de caridad que nos aísla. Ahí no puede estar Cristo; ahí el hombre se queda solo» San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa. 31.
Tomado de Hablar con Dios, meditación diaria.

Oración

Señor de los pequeños y de los pobres, que has elegido para tu Hijo este camino para enseñarnos que en la vida sencilla y pobre te revelas con tu amor providente y generoso. Te damos gracias. Envíanos, Señor, tu Espíritu de luz y de verdad, para que podamos aprender a caminar a la luz de tu sol, que es vida y alegría. Enséñanos a mirar hacia delante y no hacia atrás, para que la esperanza que emana de tu Palabra guíe nuestros pasos vacilantes e inseguros, y sepamos coger, en el sendero de nuestra existencia, no las flores que se marchitan, sino las mejores y más perfumadas del amor a los hermanos para ofrecértelas a ti. Amén.


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