Reflexión Lunes 2 de agosto | 18a. Semana Tiempo Ordinario – Año Impar

COMPASIÓN, COMPARTIR, EUCARISTÍA.
Reflexión Lunes 2 de agosto

Reflexión Lunes 2 de agosto de 2021
18a. Semana Tiempo Ordinario
Año Impar

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. Mt 4, 4)
R/. Aleluya, aleluya.

No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios. R/.

EVANGELIO

Mateo 14, 13-21
Mirando al cielo, pronunció una bendición y les dio los panes a los discípulos para que los distribuyeran a la gente.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, subió a una barca y se dirigió a un lugar apartado y solitario. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Cuando Jesús desembarcó, vio aquella muchedumbre, se compadeció de ella y curó a los enfermos.

Como ya se hacía tarde, se acercaron sus discípulos a decirle: «Estamos en despoblado y empieza a oscurecer. Despide a la gente para que vayan a los caseríos y compren algo de comer». Pero Jesús les replicó: «No hace falta que vayan. Denles ustedes de comer». Ellos le contestaron: «No tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados». Él les dijo: «Tráiganmelos».

Luego mandó que la gente se sentara sobre el pasto. Tomó los cinco panes y los dos pescados, y mirando al cielo, pronunció una bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que los distribuyeran a la gente. Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que habían sobrado, se llenaron doce canastos. Los que comieron eran unos cinco mil hombres, sin contar a las mujeres y a los niños. 
R/. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

Jesús, tranquilamente, respondió: «Dadles vosotros de comer» (Mt 14, 16); y haciendo que le acercasen cinco panes y dos peces, los bendijo, y comenzó a repartirlos y a darlos a los discípulos, que los distribuían a la gente. Todos comieron hasta saciarse e incluso sobró. En este hecho podemos percibir tres mensajes

El primero es la compasión.

Ante la multitud que lo seguía y —por decirlo así— «no lo dejaba en paz», Jesús no reacciona con irritación, no dice: «Esta gente me molesta». No, no. Sino que reacciona con un sentimiento de compasión, porque sabe que no lo buscan por curiosidad, sino por necesidad. Pero estemos atentos: compasión —lo que siente Jesús— no es sencillamente sentir piedad; ¡es algo más! Significa com-patir, es decir, identificarse con el sufrimiento de los demás, hasta el punto de cargarla sobre sí.

Así es Jesús: sufre junto con nosotros, sufre con nosotros, sufre por nosotros. Y la señal de esta compasión son las numerosas curaciones que hizo. Jesús nos enseña a anteponer las necesidades de los pobres a las nuestras. Nuestras exigencias, incluso siendo legítimas, no serán nunca tan urgentes como las de los pobres, que no tienen lo necesario para vivir.

El segundo mensaje es el compartir.

El primero es la compasión, lo que sentía Jesús, el segundo es el compartir. Es útil confrontar la reacción de los discípulos, ante la gente cansada y hambrienta, con la de Jesús. Son distintas. Los discípulos piensan que es mejor despedirla, para que puedan ir a buscar el alimento. Jesús, en cambio, dice: dadles vosotros de comer.

Dos reacciones distintas, que reflejan dos lógicas opuestas: los discípulos razonan según el mundo, para el cual cada uno debe pensar en sí mismo; razonan como si dijesen: «Arreglaos vosotros mismos». Jesús razona según la lógica de Dios, que es la de compartir. Cuántas veces nosotros miramos hacia otra parte para no ver a los hermanos necesitados.

Y este mirar hacia otra parte es un modo educado de decir, con guante blanco, «arreglaos solos». Y esto no es de Jesús: esto es egoísmo. Si hubiese despedido a la multitud, muchas personas hubiesen quedado sin comer. En cambio, esos pocos panes y peces, compartidos y bendecidos por Dios, fueron suficientes para todos. ¡Y atención! No es magia, es un «signo»: un signo que invita a tener fe en Dios, Padre providente, quien no hace faltar «nuestro pan de cada día», si nosotros sabemos compartirlo como hermanos.

El tercer mensaje: la Eucaristía.

Compasión, compartir. Y el tercer mensaje: el prodigio de los panes preanuncia la Eucaristía. Se lo ve en el gesto de Jesús que «lo bendijo» (v. 19) antes de partir los panes y distribuirlos a la gente. Es el mismo gesto que Jesús realizará en la última Cena, cuando instituirá el memorial perpetuo de su Sacrificio redentor.

En la Eucaristía Jesús no da un pan, sino el pan de vida eterna, se dona a Sí mismo, entregándose al Padre por amor a nosotros. Y nosotros tenemos que ir a la Eucaristía con estos sentimientos de Jesús, es decir, la compasión y la voluntad de compartir. Quien va a la Eucaristía sin tener compasión hacia los necesitados y sin compartir, no está bien con Jesús.

Compasión, compartir, Eucaristía. Este es el camino que Jesús nos indica en este Evangelio. Un camino que nos conduce a afrontar con fraternidad las necesidades de este mundo, pero que nos conduce más allá de este mundo, porque parte de Dios Padre y vuelve a Él. Que la Virgen María, Madre de la divina Providencia, nos acompañe en este camino. (SS. Papa Francisco, Ángelus. Domingo 3 de agosto de 2014)

Reflexión Lunes 2 de agosto de 2021

Fray Nelson Medina, O.P.  
Reflexión Lunes 2 de agosto de 2021
En Jesús aprendemos verdadera fidelidad.
Estar cansado, tentado, al límite, sentirse al borde no es pecado lo importante es volver nuestra mirada hacia Dios y aprender a ser suyos, aunque todo nos grite lo contrario.
Para la reflexión personal

El optimismo del cristiano se afianza fuertemente con la oración: «no es un optimismo dulzón, ni tampoco una confianza humana en que todo saldrá bien. «Es un optimismo que hunde sus raíces en la conciencia de la libertad y en la seguridad del poder de la gracia; un optimismo que lleva a exigirnos a nosotros mismos, a esforzarnos por corresponder en cada instante a las llamadas de Dios» San Josemaría Escrivá, Forja, n. 659
Tomado de Hablar con Dios, meditación diaria.

Oración

Señor, Pan de vida, multiplica en nosotros la capacidad para amar. Danos valor para poner en práctica tus palabras: “Ustedes mismos, denles ustedes de comer”. Ayúdanos a compartir no solo nuestro pan y otras cosas materiales, sino también nuestra alegría y compasión, nuestras esperanzas y nuestro amor. Mueve nuestra voluntad y nuestros corazones para entregar ese poquito que tenemos, lo ponemos en tus manos, para que puedas realizar prodigios maravillosos en los que mas lo necesitan. Danos fortaleza para hacer todo esto en virtud de la fuerza que  Jesús nos da en cada Eucaristía. Amén.


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